O tempora, o mores, fue la locución latina que utilizó Marco Tulio Cicerón en su primera Catilinaria. "¡Oh tiempos, oh costumbres!", como suele traducirse. Un compañero de clase, dado a la broma y la guasa, lo parodiaba diciendo "¡Qué tiempo de los moros!" También ironizaba sobre otras frases famosas, algunas de calibre más grueso. Me lo recordaba el otro día esa sesión del Congreso de los Diputados en la que el presidente del Gobierno, con el mismo tono y talante de siempre, afirmaba rotundo y solemne que no habrá referéndum. Lo afirmó con el aplomo y rotundidad que aseguró o prometió tantas otras cosas que después desmintió o no cumplió. La hemeroteca está repleta de esos pasajes llenos de falsedades y engaños y yo no puedo desperdiciar caracteres que forzarían la extensión de esta columna. Está a disposición de quien quiera consultarlo. La afirmación del presidente extendió un halo de escepticismo e incredulidad que afectó por igual a las huestes afines y a las contrarias. Cada día el separatismo airea esa hemeroteca comprometedora del presidente para reclamar con ensordecedora monotonía sus proclamas de referéndum y autodeterminación. Pero lo que más me rememoró la broma latina fue la intervención del diputado Rufián, cuando el presidente aseguró que "no habrá referéndum de autodeterminación. El PSOE no lo aceptará nunca jamás". Con su aire suficiente y cierto rictus de mofa dijo: "Usted también dijo que nunca habría indultos, así que denos tiempo". Una consumación de esa mentira interminable que ostenta desde hace tiempo el tinglado de la antigua farsa en que se ha convertido la política del gobierno y quienes lo apoyan, lo alientan, lo jalean y se favorecen con sus continuos embelecos.

Tengamos la pantomima o el vodevil, si prefieren, del presunto acuerdo sobre las pensiones, al que se prestaron solícitos los sindicatos, habituales histriones de la trama, y los empresarios dóciles vasallos del poder como comprobamos a menudo. Resulta que hasta el gozoso ministro, José Luis Escrivá, fue desmentido por su propio presidente y luego hubo de admitir que no había tenido en sus declaraciones su mejor día. ¿Cuándo lo ha tenido?

La realidad es que no está garantizado el dinero para las pensiones, pero si para los excesivos ministerios, consejerías, legiones de asesores, otras gabelas clientelares y multitud de chiringuitos. Por cierto hace unos días muchos pusieron el grito en el cielo por el chiringuito adjudicado a Tony Cantó. Los mismos, bien conocidos aquí, que han pasado por alto o huían despavoridos cuando se hablaba de chiringuitos enchufes y corrupciones de bastante mayor envergadura. Pongamos que hablamos de los ERE de Andalucía. Y un epílogo dramático que hemos de atribuir a las irresponsabilidades de tantos. Esos covid-kamikazes que protagonizan a diario tumultos, juergas y botellones prodigando contagios de tal manera que no podamos deshacernos de esta aniquiladora e inacabable pesadilla

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