La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La mente se ensancha si se tiene

El conflicto de muchos países como el nuestro es que lo superfluo para unos es necesidad para ellos

Pasadas las barreras de los 10 millones de contagios y los 500.000 fallecidos, la UE debatía ayer la apertura de sus fronteras exteriores. ¿Caiga quien caiga? Escribía aquí hace unos días que convertir lo superfluo en necesidad y el ocio en industria es uno de los motores económicos de la modernidad consumista. Un lector replicaba: "Hablando estrictamente, sólo es necesario comer, beber, dormir y continuar la especie. El resto, eso que nos hace algo más que meros replicantes de la necesidad biológica, es superfluo. Pero, como dijo Aristóteles del filosofar, eso, lo que hacemos porque sí, es lo que nos hace humanos."

Estoy de acuerdo: no todo lo que no sea alimentarse, dormir y procrear es superfluo. La educación, por ejemplo, es esencial para que no seamos meros replicantes. Muchas veces he defendido aquí los saberes que ahora muchos consideran inútiles -la filosofía, el arte o la literatura- que nos permiten absorber en una vida los conocimientos y experiencias acumulados durante, al menos, 28 siglos si como occidentales nos remontamos a los presocráticos, Homero y los libros más antiguos de la Biblia.

Otra cosa es el turismo, placer no necesario para el viajero a la vez que necesidad imprescindible para los países que viven en gran medida de él (por lo que tiene que ver con la necesidad de comer). Y solo posible fuente de conocimiento y apertura mental. Magaluf, Gandía y Lloret de Mar también existen. Y no solo es el turismo de botellón: hace muchos años, allá por 1969, se estrenó una comedia sobre el turismo de masas de estupendo y cruel título: "Si hoy es martes, esto es Bélgica".

"Mejor aprender latín que ir a Roma", decían los clásicos. Kant cambió la historia viajando intelectualmente, pero sin salir físicamente de Königsberg. Proust revolucionó la literatura recluido en una habitación con las paredes cubiertas de corcho para aislarse. Sentenció Chesterton que viajar ensancha la mente, a condición de que antes de emprender el viaje se tenga mente. En cambio, reflexionar, abrirse a la experiencia del arte y leer -lo propio de los viajeros en casa- siempre da frutos y permite vivir con los sentidos alerta.

Es esta la distinción que establezco entre lo superfluo y lo necesario. El conflicto de muchos países -Portugal, Grecia, Italia, España- es que lo superfluo para unos -aunque agradable y formativo si se aprovecha- es necesidad para ellos.

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