La otra orilla

La memoria

Necesitamos que las nuevas generaciones puedan conocer el horror de todo lo que ocurrió en este país

El ser humano necesita de los recuerdos para sentirse vivo, para no repetir errores, para ir aprendiendo, discerniendo entre lo que está bien y lo que está mal. La memoria nos hace humanos, los recuerdos nos ayudan a resolver problemas nuevos, situaciones complejas. Tener memoria es sentir la vida, dar valor al camino andado. Tener memoria es afrontar el futuro desde lo que somos para poder llegar a lo que queremos ser. Afrontar los errores y los aciertos es lo que nos convierte en mejores seres humanos, lo que nos hace libres, personas que han cogido el toro de la vida por los cuernos.

Por eso no se entiende que no seamos capaces de aprender de nuestra historia como país. Seguimos sin querer tener memoria, seguimos sin querer recordar y asumir lo que la historia debe enseñarnos. Llama poderosamente la atención que un país como Alemania haya ajustado cuentas con su pasado, haya reparado los daños causados por el nazismo, haya renegado de él, pero no para olvidarlo, sino para tenerlo presente y que no se vuelva a repetir. Y no lo digo sólo por el cordón sanitario que han impuesto a la ultraderecha, sino también por la conservación de los campos de exterminio para que las nuevas generaciones sepan del horror causado por Hitler y sus secuaces.

Aquí en España no somos capaces de quitar las medallas a los torturadores de la dictadura franquista, ni siquiera nos atrevemos a hacer pública sus siniestras hojas de servicio, nos la vemos y nos la deseamos para quitar nombres de asesinos de las calles de nuestras ciudades, para desenterrar de las cunetas a tantos hombres y mujeres que lucharon por la democracia y la libertad. Y no es una cuestión de revancha, sino de memoria, de recordar que nunca más debe repetirse la violencia, la tortura, los fusilamientos, el exilio.

Se hace necesario contar lo que pasó, que en este país hubo un golpe de estado contra un estado democrático, hubo una dictadura fascista que duró cuarenta años y una transición democrática que no fue capaz de reparar la memoria y la verdad. Necesitamos lugares de la memoria, donde las nuevas generaciones puedan conocer el horror de todo lo que ocurrió en este país. Ya va siendo hora de poner las cosas en su sitio, de recordar para poder vivir en paz, en libertad, para crecer en humanidad y aprender de los errores, porque como decía alguien por ahí: sólo la verdad nos hará libres.

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