La firma

Antonio / Fernández Jurado

¿La mejor liga?

SI, esto es lo que oímos y leemos con harta frecuencia: "La mejor Liga del mundo". Pues no, miren ustedes, personajes vinculados y partícipes -los que lo sean, por cierto un número no desdeñable- a las estructuras del "poder futbolístico", no somos ni por asomo la mejor Liga, quizás, en la calidad de los equipos y futbolistas, estemos en muy alto nivel, pero ni estructuralmente, ni organizativamente, ni federativamente, ni por supuesto, disciplinariamente, estamos a la altura que correspondería, a tan grandilocuente título.

En mi opinión, hay una clave, a gran parte de los personajes de esa cúpula de poder, no les interesa el fútbol ni lo que de deporte le va quedando al espectáculo, le importan otros aspectos mucho menos etéreos y románticos, los sentimientos del aficionado y la pasión de unos colores son elementos a no considerar por que no generan ingresos y tampoco poder. Los colores de estos señores son mucho más aquellos que ostentan los billetes en circulación legal o el de los talones al portador. Los hoteles superlujosos y los restaurantes del más alto nivel, lugar donde acordamos las modificaciones normativas precisas para impedir el acceso a quienes, ellos mismos, consideran advenedizos. Podríamos continuar teorizando pero, creo, debemos bajar al terreno de lo práctico y ello es, lo que ha sucedido en Huelva el pasado sábado.

En la mejor Liga del mundo, no arbitraría un partido tan importante quien sólo tres días antes había cometido un error garrafal y si lo hace, tras comprobar su calamitosa actuación -como sucede en otras Ligas- será sancionado y no sólo él sino sus acompañantes. Además, no veamos sólo lo más reciente, vayamos a lo esperpéntico de hace dos jornadas, tan lamentable como lo último, salvo que el resultado favorable maquilló el desastroso y prepotente arbitraje. No les gustan ni el fútbol, ni el espectáculo porque si así fuera, se esforzarían -aún siendo muy malos- por hacerlo bien y cuidar del mismo, sólo quieren la cercanía y el servilismo a los más poderosos que son quienes dan y quitan categorías e internacionalidades que generan buenos recursos e influencia de todo tipo.

Por fin, creo son dos ejemplos recientes y clamorosos de perversión un una actuación profesional, los que son realmente honestos, seguro, no se darán por aludidos, especialmente, porque no están, en su mayoría, dentro del círculo afín a los poderosos.

Se preguntarán ¿y de Schuster?, pues me van a disculpar pero mi tendencia es opinar, solamente, sobre buenos profesionales y personas que valgan la pena. Lo suyo, es ignorarlo y no potenciar sus estrategias.

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