En estos días, todos nos inundamos de buenos deseos, de compartir momentos animados, de fomentar la alegría en las relaciones personales y laborales, pretendemos mostrar nuestra mejor cara, aunque, íntimamente, no seamos capaces de arrinconar la melancolía y la nostalgia por el recuerdo de los ausentes. Este año, a todo eso se le contrapone, triste y lamentablemente, el trágico y rechazable acontecimiento de El Campillo, que ha significado un lúgubre protagonismo de nuestra tierra ante la inaceptable muerte de una joven profesora llena de ilusiones y expectativas de futuro a manos de alguien, yo diría que inclasificable lingüísticamente, por la infinita dimensión de su maldad y la rotundidad de la condena de semejante acción criminal. Por eso, precisamente en estos días, tan significados socialmente, solo podemos reclamar Justicia y que todo el peso de la Ley se aplique con ejemplaridad, al tiempo que pedir tengamos en los momentos singulares de las próximas fechas, un instante de recuerdo y una oración por Laura para que su familia pueda saber y sentir la solidaridad y el pesar de las gentes de Huelva.

Dicho esto, puedo comentar una coincidencia y es que El Campillo estaba destinado, aunque en otra dimensión, a ser citado en esta columna. Es así porque yo pasé muchas épocas de mi infancia y juventud en aquel lugar. Allí, tuve mis únicos referentes de la caza gracias a Cristóbal, el hermano de la tata Felipa, sin duda con enormes limitaciones pues no llegué más allá de ir a cazar tórtolas, cuando él se iba a por los jabatos yo nunca iba. Es por ello, señor Ábalos, que en su ofensa a determinadas aficiones yo ironizo con sus comentarios y me califico como "sólo, medio casposo", lo que con mi alopecia resulta ciertamente complicado.

No tengo conocimientos, ya hay quien lo ha hecho, como para expresar pros -muchos más- que contras, en todos los ámbitos de esa actividad. Sin embargo, si diré que el ministro se ha revelado como un genuino neoconverso de las corrientes animalistas. Tiene que mostrarse distinto a lo que por familia conoció, pues siendo hijo de Carbonerito se nos ha convertido en antitaurino. Pues bien. En la misma medida que yo respeto su reconversión personal y, también, la ideológica de comunista a ¿socialdemócrata?, le ruego sea fiel a su supuesta condición democrática y no coarte la libertad, ni la actividad laboral de centenares de miles de personas, de vivir sus aficiones y permita rentabilizar los elementos culturales, tradicionales y de beneficio económico que producen. Finalizo con mis mejores deseos para todos.

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