SI hay algo que tenga valor en la militancia y simpatizantes de los partidos son los mártires de la causa. Se trata de esas personas que aunque estén sufriendo en sus bolsillos el fuerte incremento de los precios, tratan de poner buena cara para que sus vecinos y gente que frecuentan no pierdan la confianza en su partido. Ese mismo tipo de mártires son los que tratan de quitarle importancia a los robos y episodios de inseguridad, en algunos casos incluso teniendo a las víctimas como vecinos, y dicen que no es para tanto procurando así que no se erosione la imagen de su partido.

Se trata de una clase de gente identificada con el partido por encontrar en él la seguridad que necesitan para seguir creyendo que la política tiene sentido. Este tipo de mártires tiene aún más importancia si cabe si observamos la guerra despiadada que se produce en las elites de esos mismos partidos, la carnicería política que se organiza cuando se componen las listas y esa especie de odio que se mantiene incubado entre compañeros/enemigos.

Entre los mártires y los navajeros de la política se encuentra la gente del común, que de un parte se asquea cuando ve cómo quienes se empujan para estar en las listas y garantizarse cuatro años más de situación le paran después por la calle para entregarle el prospecto con su cara pidiéndole el voto para seguir "trabajando por Huelva"... Algunos dicen "luchando" para darle un poco de dramatismo a la causa.

Pues bien, esos mártires que siguen convirtiendo la necesidad en virtud son quienes mantienen a los que salen a flote aupándolos sobre sus hombros a costa incluso de taparse los ojos ante la realidad.