Cada vez que los islamistas radicales cometen un atentado invocando a su Dios se oyen dos coros biempensantes. Uno afirma que nada tienen que ver con el islam, lo que resulta tan absurdo como decir que la Inquisición nada tenía que ver con la Iglesia. Se puede considerar que asesinar a los no musulmanes o a los musulmanes que crean relajados pervierte el Corán al interpretarlo literalmente, como se pervertía el Evangelio al quemar a los herejes interpretando también literalmente la cita de San Juan: "El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano… Y los recogen, y los echan en el fuego, y arden". Pero lo cierto es que tan responsables fueron los cristianos de los crímenes que cometieron en nombre de Dios como hoy lo son los islamistas. Nada verdaderamente eficaz podrá hacerse hasta que el propio islam, como hizo la Iglesia en parte por arrepentida convicción y en parte por agresiva presión externa, expulse a estos elementos de su seno y actúe decididamente contra ellos.

El otro coro biempensante advierte, tras cada atentado, del peligro de la islamofobia. Asombroso. Es como si tras las leyes de Núremberg y la invasión de Polonia se denunciara, no el peligro nazi, sino el de la germanofobia. Pese al auge europeo de los partidos xenófobos ningún episodio de islamofobia -afortunadamente- se ha cobrado vidas de europeos musulmanes, mientras que las víctimas de los fundamentalistas islámicos se cuentan por miles. ¿No sería mejor advertir del peligro real de la eurofobia, la cristianofobia y lo que podríamos llamar humanismofobia o ilustracionfobia, que sí perpetra un letal ataque tras otro?

Ayer los islamistas asesinaron a 20 personas en Mogadiscio con un coche bomba y a 25 cristianos coptos en El Cairo, atentando contra su catedral durante una celebración religiosa. Desde 2011 -atentado contra la iglesia de San Marcos y San Pedro: 21 víctimas- diferentes grupos islamistas asesinan a los cristianos coptos y queman sus iglesias. En diferentes países del mundo el año pasado fueron asesinados por su fe 7.100 cristianos y fueron atacadas 2.406 iglesias. En la mayoría de los casos las matanzas fueron perpetradas por islamistas radicales. ¿De verdad alguien cree que esto no tiene nada que ver con el islamismo y que el peligro más acuciante que nos acecha es la islamofobia? Por el contrario estos encubrimientos de la realidad engordan la islamofobia y la xenofobia.