Una de las marías

La política cultural no debe ser solo espectáculos sino también cultivo de la mente

La cultura es importante y hay que dedicarle atención. Eso afirman los políticos si se les pregunta directamente. Pero si es así, cabría plantear entonces por qué, prácticamente, no se habla nunca de ella en las campañas electorales. Las respuestas podrían ser varias, pero una no faltaría: porque la cultura se toma como una maría, como una asignatura que no merece mucho esfuerzo. La política cultural se reduce a programar unos cuantos espectáculos, otro tanto de exposiciones, ayudas a expresiones culturales y para usted contar. Como si así se cumpliera y superara la materia. Pues no y no es que no haya que hacer lo expuesto. Por supuesto que sí, pero es más que insuficiente. La cultura, entre otras cosas, requiere infraestructuras y apoyo institucional en la organización de eventos, gestión, protección y defensa de su patrimonio, investigación, y de difusión de sus productos o resultados. No son solo actividades, sino cultivo de la mente y sensibilización dirigida a mejorar las sociedades, intentado que sus aportaciones se integren en la cotidianidad, configurándose dentro del estilo de vida comunitario. Muchas cosas que no se contemplan, ¿verdad?

Contrasta esta situación con la que se produjo al comienzo de la transición democrática. En aquella época, asumir las delegaciones municipales de cultura fue un claro objetivo político, como hicieron los andalucistas. Hoy no es así porque corren tiempos en los que su valoración ha decaído y la culpa no es solo por la crisis que sobrevino. La responsabilidad de ese declive es en buena parte por ese querer hacer únicamente lo que se considera rentable a corto plazo, lo que sea noticiable y permita proyectarse a través de las numerosas plataformas que existen para hacerse ver, oír y lucirse. Se puede ejemplificar esto último con un ejemplo, el del Aula del Legado Cultural de Huelva, que pretende reunir la herencia cultural de hombres y mujeres de nuestro entorno relacionada con la literatura, pintura, ciencia, teatro, escultura, música, fotografía… que se encuentra dispersa o no accesible; lo cual es muy interesante. Pues bien, hasta ahora, aparte del interés inicial de la Fundación Caja Rural del Sur, no hay nada más por parte de las instituciones públicas y privadas. Buenas palabritas, sí, pero se las lleva el viento. El tema vende poco. En un intento de estimular un poco les diré a la clase política que la cultura también puede proporcionar pingües beneficios económicos… y electorales, aunque sean a medio plazo.

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