Escribía allá por los inicios de los años 80, en un precioso ensayo político titulado Cuando la rosa se marchite, el francés Alain Peyrefitte, sobre el uso del lenguaje que hacía la izquierda histórica y radical -debo decir que el PSOE de entonces había renunciado al marxismo- con el manejo constante de palabras de alto impacto estético, pero con escaso sentido y significación en el argumentario del discurso o el mitin.

Dos cuestiones me suscita este recordatorio del libro del ensayista galo. Una, en España la rosa del logo socialista está ya marchita, Pedro Sánchez dejó de regarla cuando optó por abandonar los postulados socialdemócratas moderados y radicalizarse para una supuesta competencia con los podemitas y que ha acabado en asociación con ellos. Con ello, el partido que dirige abandonó el carácter colectivo de sus siglos y marchitó la rosa, pasando de socialista moderno a sanchista caudillista. No exagero, pues no hay más que ver actitudes externas de parte de la militancia, grupos parlamentarios y algunos cargos electos con tal de mantener el puesto, frente a los históricos -artífices, entre otros, de la Transición y abdicantes del marxismo- que reniegan de la deriva emprendida. Y es que parece, entrando ya en el lenguaje, que todas las generaciones democráticas anteriores no han existido, no han hecho nada, todo era erróneo, cuando no falso… La democracia comienza ahora, cuando resulta que preguntar desde la oposición se interpreta públicamente como falta de reconocimiento; la crítica, como deslegitimación… sin embargo, no responder, eso no es dejar de respetar al oponente porque lo táctico es oponerse a la oposición como forma de arraigar el discurso facilón de la "democracia somos nosotros". Como el progresismo lo representa una coalición social-comunista, ideología esta fracasada en el pasado siglo y reestructurada en los perfiles bolivarianos, que evidencian su talante votando en el Parlamento Europeo en contra del apoyo a la legalidad en Venezuela como hace cuarenta y ocho horas.

Como tampoco es progresista la irracionalidad del separatismo proponente de sus modelos pseudofeudales de supremacismo no exento de xenofobia. Claro, que el "marchitador de la rosa" no termina de aceptar en público que su realidad, no la publicitado es, a cuenta de este último párrafo, que los que de verdad "mandan" están, también, fuera no solo en el Consejo de Ministros para que él siga en Moncloa presumiendo de ser y traer, con sus socios, el paradigma de la "defensa de las condiciones materiales de la libertad", su vicepresidente dixit obviando que la libertad es un don inherente a la condición humana.

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