En manos de la transitoriedad

¿Habrá un retorno al bipartidismo pero con siglas diferentes a las anteriores?

En el ámbito universitario es común la desconfianza hacia las aulas prefabricadas como solución transitoria ante la necesidad de espacios para dar la docencia. El recelo no se encuentra fundamentalmente en el hecho de que se piense que al final no se vayan a instalar o porque no son, por supuesto, lugares adecuados para impartir las clases sino porque lo que llega a admitirse como un recurso provisional, con frecuencia, suele convertirse en algo casi permanente, pasando cursos sin que se resuelva el problema de manera efectiva y adecuada. La vida está llena de soluciones transitorias que solemos aceptar, aunque a veces sea a regañadientes, a la espera de la implantación de otras más convenientes o acertadas, gracias a esa capacidad de adaptación que poseemos o que deberíamos tener ante coyunturas no previstas o que nos desbordan. Sin embargo, la experiencia nos muestra que escenarios que sólo fueron concebidos para circunstancias o periodos concretos perduran, perdiendo precisamente su característica de caducidad en fecha cercana, porque se atiende a otros asuntos diferentes. Las elecciones generales de 2015 dieron un vuelco importante a la representación en el Congreso de los Diputados. Como en otras ocasiones, no hubo mayoría absoluta de ningún partido pero la distribución de los escaños hacía difícil la estabilidad de cualquier gobierno; tanto fue así, que a los seis meses hubo nuevos comicios. No obstante, los resultados no cambiaron mucho. Ante este panorama, se albergó la esperanza de que los partidos en el Congreso supieran dialogar para alcanzar acuerdos sin que ello supusiera la renuncia a sus planteamientos ideológicos y programáticos. Desde ellos incluso se decía que habían entendido el mensaje lanzado por la sociedad a través de los votos, que no era otro que el de la extinción del bipartidismo y el de que tendrían que aprender a convivir buscando respuestas consensuadas para salir de la crisis y lograr mejoras globales. No sé si las creencias en esas ideas fue fruto de cierta ingenuidad social, de castillos en el aire de los propios parlamentarios, de las dos cosas a la vez o de vaya usted a saber. El asunto es que desde 2015 no salimos de la transitoriedad e inestabilidad. Antes fue el PP, muy hipotecado en sus decisiones, y ahora es el PSOE con las manos aún más fuertemente atadas. ¿Llevará esto a un hartazgo de la situación y volverá el bipartidismo pero con otras siglas? Nada hay seguro sobre el futuro y todo puede suceder. Ya veremos.

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