Bajo la losa de los ERE

La Justicia, lenta pero implacable, ha acabado por enterrar la supuesta honradez de un partido centenario

La dura sentencia que ayer hizo pública la sección primera de la Audiencia Provincial de Sevilla en el asunto de la llamada pieza política de los ERE conlleva sobre todo, más allá de sus consideraciones técnicas y jurídicas, un golpe brutal a la imagen del Partido Socialista de Andalucía y que, no lo duden, afectará también al partido a nivel nacional. La condena de dos presidentes y buena parte de la dirigencia socialista andaluza supone un antes y un después en esa percepción de administración protectora que siempre se ha guardado de cuidar el PSOE andaluz, pero sobre todo cargar con el sambenito de partido corrupto que hasta ahora se ha descargado con furia y su buena dosis de desahogo contra el adversario político, hasta el punto de echarlo del Gobierno.

Personalmente no me alegra la condena a prisión que pesa sobre el ex presidente Griñán, ni siquiera la forma tan triste de terminar la carrera para un político como Manuel Chaves, pero es lo que tiene haber estado en lo más alto de una administración hegemónica y complaciente, ensorbecida por un poder amasado durante años utilizando en demasiadas ocasiones prácticas clientelares de quien tiene el control de administrar los muchos millones de euros que desde casi el comienzo de la autonomía entran por las puertas. La sentencia de la Audiencia sevillana relata con crudeza la creación por la administración socialista de un entramado destinado a desviar fondos públicos de manera ilegal, y eso es muy grave, por mucho que el componente social de las ayudas fraudulentas hayan tenido en la opinión pública una respuesta mucho más atenuadas que otras formas de corrupción.

¿Afectará esta sentencia al proceso de designación del presidente del Gobierno de la nación, o a la conformación de las mayorías requeridas para refrendar el acuerdo esbozado por socialistas y podemitas? Yo no lo creo, entre otras razones porque la desfachatez de los dos partidos y sus respectivos líderes en su forma de tratarse admite cualquier excusa para no hundirse más en su propia debilidad, y a los partidos periféricos y secesionistas que están por la labor lo que les conviene son precisamente socios vulnerables. Sí creo, sin embargo, que a partir de hoy ya nada será igual, y que la Justicia, lenta pero implacable, ha acabado por enterrar la supuesta honradez de un partido centenario debajo de la losa de los ERE.

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