¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La ley semi-seca de Juanma

Medidas como ésta poco ayudarán a combatir la crisis de empleo que se divisa en los sectores cervecero y vinícola

Los ciudadanos honrados de un país serio tienen algunos derechos irrenunciables, entre estos el de curarse las cornadas de la jornada cuando el crepúsculo da paz a la tierra. Son muchos los bálsamos que pueden servir para tal fin, pero ninguno como el alcohol, especialmente en sus versiones más queridas para los hombres y mujeres de Andalucía: la cerveza y el vino, sin que ello suponga renunciar a los licores, aguardientes y anisados nacionales y extranjeros cuando la ocasión así lo requiera. Ya lo dijo el Dante, al que citamos con permiso del querido Enrique García-Máiquez: "El vino siembra poesía en los corazones". También, añadimos, amnesia para sacudirse el polvo de la memoria más infausta del día agonizante.

La venta de mollates, morapios, pimples, alpistes e incluso bebestrajos debería estar no sólo animada por las administraciones públicas, sino protegida, como el comercio de medicamentos en las farmacias. ¿Qué son al fin y al cabo las tiendas y despachos de vinos y licores sino boticas del alma? Puede que alguna Rottenmeier nos acuse por estos desvaríos de incitar al alcoholismo, lo cual sería como culparnos de fomentar la hipertensión por cantar las excelencias del café de Etiopía. Una memez. Cada cual, siempre que sea mayor de edad, sabrá qué toma, en qué cantidad, a qué hora y por qué.

Todo esto, lo habrán imaginado, viene a cuento de la prohibición de la Junta de vender alcohol a partir de las seis de la tarde. A partir de ahora, y hasta nuevo aviso, si uno se olvida de proveer la bodega de pitarras, verdejos, valdepeñas, riojas, cigales o manzanillas, tendrá que regar sus angustias en la cena con agua o gaseosa. Esto no debería extrañar de un Gobierno andaluz que, como apuntó recientemente Euleón, parece sometido a una continua dieta de lechuga y Lanjarón, más amigo del runner y lo healthy que de cuidar las cepas de Jerez, Montilla, el Condado o la Axarquía, los jardines favoritos del Baco bético.

Esta ley semi-seca de Juanma, otra exigencia de los hosteleros, la justifican con la lucha contra el alcoholismo y el Covid. Sobre lo primero, apuntar que mejor haría el Gobierno andaluz en dedicar sus energías en la lucha contra la crisis de empleo que se divisa en los sectores cervecero y vinícola (Heineken, dueña de Cruzcampo, ya anuncia despidos). Medidas como estas no ayudarán. Sobre la segunda, nos gustaría decir que, además de su tufo liberticida, sólo servirá para fastidiar el merecido recreo nocturno de algún ciudadano poco previsor, y poco más.

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