La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La ley que producirá más borregos

Son reveladoras las prisas del Gobierno por asegurarse inspectores de Educación con pies de barro y alumnos débiles

La nueva ley de Educación ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados sin que ninguno de sus promotores se haya referido a valores tan estrechamente ligados a la materia como el esfuerzo, el mérito, la disciplina, el cultivo de la memoria, la promoción del hábito de la lectura, la forja de un espíritu crítico que convierta a los alumnos en futuros ciudadanos verdaderamente libres, etcétera. No sólo no ha habido debates previos, con la serenidad y la profundidad que hubiera exigido la iniciativa, sino que se han hurtado conceptos fundamentales a los que habría que añadir la necesaria recuperación de la autoridad del profesor y de la figura de los padres como tales y no como jefes de gabinete de sus hijos y, por supuesto, los beneficios de hacer deberes en casa en cantidad y proporción al nivel de estudios cursado. Sólo hemos presenciado disputas, peleas e imposiciones relacionadas con el orillamiento de la asignatura de Religión merced a una muy particular teoría de la concepción del Estado laico, la degradación de los inspectores a comisarios políticos desde el momento en que se suprime la oposición como acceso a la profesión y, lo que es mucho más grave, la promoción de curso aunque el alumno acumule cates como para llenar una vitrina. La ley premia a los malos alumnos, iguala por abajo, no estimula al que se esfuerza, sino al vago, y, por lo tanto, genera ciudadanos débiles a los que no se puede exigir ni mucho menos presionar. Las aulas soltarán al mercado laboral a seres que no soportarán la mínima zancadilla, que se ahogarán en el primer meandro y que jamás entenderán la causa de su frustración, porque durante años les fue facilitado todo. La ley es un despropósito, amén de un texto con un marcado sesgo ideológico que demoniza la enseñanza concertada de la que durante tantos años se ha servido a la sociedad y que, por cierto, ha ahorrado mucho dinero a las arcas del Estado. En el fondo estos tipos que nos gobiernan confunden la concertada con la Iglesia con la misma torpeza con que identifican la fiesta de los toros con la derecha sociológica. Puro complejo. No saldrán mejores alumnos con esta ley. No estarán los profesores más reforzados para beneficio de los discípulos. No gozarán de más independencia de criterio los inspectores. Justo ahora sólo se necesitaba garantizar una escuela segura frente al Covid, una enseñanza telemática de calidad en caso de que haya recurrir a ella, como ocurre en las universidades andaluzas, y un programa de pruebas para detectar el virus entre la comunidad educativa. Así de sencillo. Pero el Gobierno tenía muchas prisas en asegurarse más borregos para el futuro rebaño.

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