En numerosas ocasiones hemos invocado la necesidad de defender, conservar y enriquecer el patrimonio onubense en su más amplia diversidad, paisajística, arqueológica, monumental, cultural, costumbrista, artística, etcétera. Tratar por todos los medios de fomentar la investigación, el estudio de cualquier tema histórico, literario, artístico, científico o técnico, relacionado con la cultura y la sociedad, así como de la interrelación entre éstas. El reconocimiento del valor que la diversidad cultural representa para el desarrollo de las personas y de nuestra sociedad, favorecerá siempre, mediante el análisis, las actuaciones eficazmente realizadas en el ámbito cultural en todas sus modalidades, a través de mecanismos que garanticen la preservación y salvaguarda de nuestras auténticas identidades.

Lamentablemente es mucho lo que se ha perdido en el orden arqueológico y lo que está en riesgo: recordemos, por ejemplo, el incalificable expolio del yacimiento de La Orden, con restos arqueológicos que sitúan a Huelva como la ciudad más antigua de occidente. Añadimos la pérdida de muchos edificios del casco antiguo que definen sus más genuinas señas de identidad y otros pendientes de su rehabilitación, restauración o aprovechamiento, cuando pueden convertirse en los museos y centros culturales que Huelva necesita. No es necesario citarlos. Están en la mente de todos.

Es preocupante y a la vez decepcionante que las instituciones onubenses, públicas y privadas, no hayan mostrado desde el primer momento una acogida favorable y toda serie de facilidades, como merecen, las solicitudes del Aula del Legado Cultural de Huelva, si exceptuamos a la Fundación Caja Rural de Sur, que apoya la idea, en la defensa de los valores, la cultura, el patrimonio y la memoria colectiva de los onubenses. No es ni más ni menos que la creación de un centro que acoja "la herencia cultural de los hombres y mujeres de nuestro entorno relacionado con la literatura, pintura, ciencia, teatro, escultura, música, fotografía", en suma cualquier manifestación de los creadores de Huelva, que al estar dispersas en la actualidad no son accesibles para los ciudadanos y corren el riesgo, como ya puede haber ocurrido, de perderse, cuando lo lógico es garantizar su custodia, su conocimiento y su difusión por parte de los ciudadanos.

Si hasta ahora han sido infructuosas todas las gestiones realizadas cerca de casi todas las instituciones públicas y privadas provinciales para la creación del adecuado recinto depositario de todos los documentos, que todas han aceptado con entusiasmo, es necesario apelar una vez más a ese interés expresado en muchas ocasiones de la defensa del patrimonio y los valores genuinamente onubenses. De no contar con esa sede o museo de la herencia cultural, de la memoria creativa de Huelva, corremos el riesgo de malograr esa oportunidad de albergar y proteger un valioso patrimonio que disfrutarían las actuales y futuras generaciones.

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