La historia se repite, se dice habitualmente. Se rememore o no, hay acontecimientos y personajes históricos que han ido surgiendo a lo largo de la existencia del hombre reiterando hechos gloriosos y nefastos, magníficos y decepcionantes, reproducidos implacablemente, unos para bien y otros para mal. Se dice también y la frase se atribuye al ilustre abogado, periodista y político argentino que fue presidente de su país, Nicolás Avellaneda, que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Suele omitirse en la cita, siendo válida, que el autor original fue Cicerón. La profunda huella del jurista, político, escritor y prestigioso orador romano nos lleva al gran referente ¡Roma! y su largo y poderoso imperio con sus luces y sus sombras, inmensas en su grandiosa perspectiva, en la visión de sus más notables historiadores, Polibio, Plutarco, Tito Livio, Tácito, Petérculo, Suetonio, Plinio, Flavio Josefo…

Incluso Julio César, cronista de sus propios triunfos bélicos, cuya apología suscitó nuestra pasión por el mundo romano que no ha cesado con los años. Incansable lectura de aquellos autores, también en interminables traducciones, precedentes imprescindibles de investigadores contemporáneos que más tarde leímos como Mommsen, Gregorovius, Toynbee, Friedlaender, Lewandoski, Mantanelli, el español Juan Eslava Galán, abundando no sólo en los acontecimientos históricos y geopolíticos, sociales y económicos sino también desde el aspecto comparativo cuando muchas de las conductas, costumbres, tradiciones, vicios y virtudes se parecen tanto a los de nuestro tiempo. Incluso lo hemos leído o visto en el teatro en el caso del asesinato del primero de los césares en William Shakespeare y Thorton Wilder. De Augusto a través de la biografía de Lord Tweedsmuir; de Tiberio sobre el que escribió Gregorio Marañón; Claudio en la versión apasionante de Robert Graves, Calígula en la obra de Albert Camus, representada ahora actualizada en Mérida; Adriano y sus memorias de Marguerite Yourcenar…

En la perspectiva de investigación histórica la Antigüedad no es dilema de una sola época, ni de un hombre, sino de toda la inteligencia humana, de infinidad de cerebros, de caracteres y destinos. El legado de la Historia y concretamente del imperio romano, precedente insoslayable para nosotros y para la Europa Occidental, es una lección imprescindible. La decadencia, los excesos, hundieron a Roma, su Senado llegó a parecerse a muchos parlamentos de hoy, transformados en una simple sombra institucional. Pero "Roma continúa viviendo - según Lewandowski-, como la Patria para todos los amigos y admiradores del mundo antiguo". Freud complace nuestras expectativas e incertidumbres asegurando que "los estudios sobre las civilizaciones de la Antigüedad, se han convertido en un gran consuelo en medio de las luchas de la vida actual".

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