Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

En el juicio

Al escuchar a Zoido en el juicio, me reafirmó: es normal que el 1-O fuese un día muy negro para España

Hay que seguir el juicio contra los líderes del procés, lo dan en el canal 24 Horas y lejos de ser un tostón, está siendo de lo más ágil debido a la estrella de la sala, el juez Manuel Marchena. En la sesión de este jueves testificó uno de los personajes más viles, el diputado Gabriel Rufián, de ERC, que aseguró que él no tenía "ni pajolera idea" por lo que le preguntaban. Antes, y su testimonio implica a Rufián, el lehendakari Urkullu relató cómo actuó de mediador entre el Gobierno y Carles Puigdemont para que no se produjese la Declaración Unilateral de Independencia. Urkullu explicó que el propio presidente de la Generalitat no quería hacerlo, aunque necesitaba la certeza de que no se aplicaría el 155. Intuyó que Rajoy también era renuente a aplicarlo. Sin embargo, Puigdemont se amilanó ante los suyos porque, según el lehendakari, la gente se le rebelaba.

Ese 26 de octubre estuve en la plaza Sant Jaume esperando a que abriesen el Palau porque Puigdemont iba a anunciar que convocaba elecciones, lo que sin duda hubiese impedido la declaración y, probablemente, el 155. Allí no se estaba rebelando la gente ni el pueblo catalán, comenzaron a llegar unos cientos de chavales universitarios que, previamente, se habían concentrado cerca de Universidad. No había más; como presión, era insuficiente. Las cámaras de televisión distorsionan mucho la realidad en este tipo de conflictos, no porque manipulen ni alteren, sino porque encuadran y te meten la imagen en el salón de tu casa.

Sin embargo, sí comenzaron a llegar varios tuits de alcaldes del PDeCAT, muy cercanos a Puigdemont, en desacuerdo con la convocatoria de las elecciones. El más duro y vil fue el de Rufián, dando a entender que Puigdemont se había vendido por "155 monedas de plata".

Fueron Gabriel Rufián y Marta Rovira, la secretaria general de ERC huida a Suiza, quienes se opusieron a la salida que les propuso Urkullu, ella lloraba de rabia, mientras Oriol Junqueras, como es habitual, callaba.

El otro gran testigo del día fue Juan Ignacio Zoido, y al escucharlo me reafirmo: es normal que el 1 de octubre fuese un día tan negro para España. Según el ex ministro, fue el "operativo", no él ni el secretario de Estado, quien dio la orden de salir a las nueve de la mañana a cerrar 131 colegios de los 2.239 que había. Y fue el mismo "operativo", quien tras los palos, dio la orden de regreso. A veces pienso que hasta pudo haber sido mucho peor.

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