El juego cultural del otoño (I)

Del descanso surge la idea de un concurso que relacione los nombres de diez autores con frases que escribieron

En mi anterior Surcos Nuevos decía: "He dormido bien, sin recibir la visita nocturna del insomnio". Ciertamente hay noches de insomnio en las que los pensamientos se agolpan como nubarrones de tormenta que inundan con sus aguaceros a la mente que ha bajado sus barreras defensivas. Pero hay otras en las que la vigilia semeja un mar de aguas transparentes y calmadas, en el que de pronto incide un rayo de luna, que a veces se diluye entre las olas, sin dejar más rastro que una sensación de serena placidez, o en otras ocasiones se convierte en el germen de una idea creativa que, adecuadamente cultivada, podría convertirse en realidad.

Durante mi descanso (?) de la pasada noche ha surgido el proyecto del Juego Cultural del Otoño. Su oportunidad se deriva de que estamos celebrando el 525 aniversario del Encuentro entre dos Mundos, al tiempo que se cumple el décimo del nacimiento del Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb), venero inacabable de eventos que, año tras año, tejen redes multicolores de cultura. La idea básica es sencilla: se trataría de organizar un juego-concurso consistente en relacionar los nombres de diez escritores iberoamericanos con otras tantas frases nacidas de sus plumas respectivas. El aspecto puramente cultural del juego debería ir acompañado por un aliciente en forma de premio que recibirían los acertantes; y además, si estos son varios, se sortearía entre ellos un viaje de turismo cultural a un país de Iberoamérica.

En las siguientes etapas del proceso habría que elaborar las bases del juego-concurso, seleccionar autores y frases y buscar para el mismo padrinos de dos tipos: una prestigiosa institución cultural que lo avale y otra con capacidad económica suficiente para hacerse cargo de los costes del viaje, que debería ser para dos personas, del acertante afortunado. La adecuada difusión invitando a participar en el juego es un aspecto clave, que debería acompañarse de un mecanismo sencillo para procesar informáticamente las respuestas. Para perfilar todo esto serían de una ayuda inestimable las sugerencias y los consejos que los amables lectores quieran hacernos llegar. Entre todos podríamos concretar una iniciativa lúdico cultural que llegara a miles de personas de ambos lados del Atlántico. Si la idea no prospera, mi duermevela habrá creado una estéril elucubración que, del mismo modo que surgió, se disuelve en las sombras de la noche.

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