Una vez más, como la semana pasada recurro al cine para titular la columna de hoy. Se trata de La jauría humana (1966), película dirigida por Arthur Penn y protagonizada por Marlon Brando, Robert Redford, Angie Dickinson y Jane Fonda, basada en la novela de Horton Foot, sobre la fuga de un preso y la persecución implacable y sangrienta de todo un pueblo cuando el fugitivo trata de llegar a la ciudad .Podría citar también Furia (1936), de Fritz Lang, protagonizada por Spencer Tracy, sobre el intento de linchamiento de un joven falsamente acusado de secuestro. Pero si recordamos el cine western, tiene una perversa tradición de esos intentos de tomarse la justicia por su mano, la implacable ley del Talión a flor de piel de ciertas mentalidades y compulsivos comportamientos.

Esta jauría humana, enfurecida y agresiva, me recordaba el asalto al Capitolio de los Estados Unidos en Washington, a través de las imágenes que prácticamente en directo nos transmitía la televisión. Unas imágenes que nos mostraban con su descarnado realismo esas frenéticas actitudes de esos individuos irascibles que mostraban de la manera más alevosa e impresentable la proscripción de todo principio democrático, de obediencia debida a los resultados de unas elecciones, la negación de toda norma constitucional. Algo que jamás pudimos imaginar en una sociedad eminentemente democrática del gran país norteamericano, en el que en un sistema de libertades puede irrumpir un psicópata como este enloquecido Donald Trump, capaz de contar con miles y miles de seguidores y despertar toda índole de odios, rencores, injustas reivindicaciones y fanatismos incalificables. Un espectáculo lamentablemente histórico que se ha grabado en nuestra memoria con imborrable asombro.

El triste acontecimiento ha servido aquí -¿cómo no?- para suscitar la polémica y ciertas comparaciones, que si siempre son odiosas tienen indicios de cierto afán sedicioso y supremacista que trata de perturbar, remover y conculcar las bases de nuestro sistema constitucional. Unos instintos que, aprovechando las posibles fisuras de lo que consideramos una estructura firmemente consolidada, horadan a través de inconcebibles alianzas y coaliciones elevándose hasta el poder para, desde dentro, conseguir sus fines secesionistas y destructivos. Y así en lugar de resolver los auténticos problemas y vicisitudes que sufre el país, sus graves conflictos -léase pandemia, carencias sanitarias, nevadas destructivas, etc.-, la emprenden en pendencias inútiles, eludiendo responsabilidades. Como las emprenden y las burlan con total frivolidad y alevosía quienes a diario vulneran las medidas de seguridad sin mascarillas y sin distancias precautorias o a bolazo de nieve, incluso contra la autoridad policial, mientras muchos conciudadanos pasan horas y horas de frío -cientos de coches y camiones atrapados por las intensas nevadas- para llegar a sus casas o a sus trabajos.

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