Cambio de sentido

Un hombre bueno con pistola

Nuestras únicas "armas de fuego" -decía mi abuelo- son las trébedes, el atizador y el badil de las ascuas

Es la segunda vez en este lustro que no se me ocurre mejor título para un artículo que habla de esa idea pistolera que propugna que la solución a las armas son más armas, y que un colegio seguro es el cerrado a cal y canto y con maestros que guardan un revólver en el bolsillo de atrás. Se lo siso a Kiko Veneno, de su tema Dice la gente, en la que canta que "nos matará tal vez un hombre bueno con pistola". Es de una lógica macabra: como cualquiera puede llevar pistola -las pistolas no son para rascarse la espalda y darle vueltas a la canana- y abrir fuego contra mí, me agencio un subfusil, por lo que pueda pasar. Y para ser libre no me abro al mundo: me encierro en mi casa, con el trabuco apalancado detrás de la puerta.

Es relativamente fácil escribir sobre esto a este lado del Charco, donde la mentalidad es otra, salvo para los mismos de siempre. Abascal se ha manifestado a favor del derecho a la autodefensa de "los españoles de bien", de que "los españoles sin antecedentes y en pleno uso de sus facultades tengan derecho a tener un arma en su casa, para que puedan usarla en situaciones de amenaza real sin tener que enfrentarse a la cárcel o a indemnizaciones a los familiares de los delincuentes". (No nos faltaba ya más que Olona con mosquetón, o yo misma con una LadySmith en el cajón de mi escritorio, junto al abanico de plumas). Por más que lo intente la extrema derecha, no hay debate público al respecto ni aquí ni en el resto de Europa. Las únicas "armas de fuego" que queremos en casa -decía mi abuelo- son las trébedes, el atizador y el badil de las ascuas. Con todo, alguna vez hemos amanecido con el alma encogida por un tiro de postas con el que algún vecino se ha arrancado la vida, o con una balacera en las afueras de la ciudad, o hemos visto al vacilón de turno mostrar, junto a medio pollo, las balas de un AKA-47.

En estos días no he podido sacarme de la cabeza a esos niños de Texas, reventados de un disparo, ni a esos lumbreras (Trump a la cabeza) que dicen que la solución no es enmendar la segunda enmienda, sino vivir más armados todavía. O que como mucho aspiran a limitar la venta de armas -ese grandísimo negocio- a gente con cara de no pasar un psicotécnico y que siga habiendo vía libre al "hombre bueno con pistola". Ese mismo que un día puede confundirte con su peor enemigo o creer de veras que él es el bueno de la película. Y podrá demostrártelo volándote los sesos de un disparo.

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