La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Lo que hizo mal el Gobierno...

Lo malo es que la tardanza en afrontar la crisis sanitaria con rigor ha ayudado a que su gestión sea deficiente

En la tragedia del coronavirus, que nos coloca en segundo lugar del mundo en número de muertos, el Gobierno está haciéndolo bien y mal. Lo ha hecho bien en la respuesta, ambiciosa y realista, a la crisis económica que la pandemia ha traído, y lo hizo mal en la materia estrictamente sanitaria, tanto en la prevención como en la gestión. Según creo yo, claro, que tampoco en esto la objetividad está al alcance de nadie.

Primero lo malo. Que empieza por la tardanza en reaccionar, que quiere decir lo mismo que el retraso en darse cuenta de la gravedad del mal. Su capacidad de propagación ha sido sorprendente para todos, pero no puede serlo para el Gobierno, que estaba avisado y que estaba obligado a tomar medidas. Los doce especialistas del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias -entre ellos, Fernando Simón- alertaban el 6 de marzo sobre los riesgos del virus y de cómo se puede transmitir a una distancia de hasta dos metros. Pero es que días antes, el 2, un informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades recomendaba anular las concentraciones de masas.

El caso es que el Gobierno ignoró estas advertencias, reforzadas por lo que pasaba ahí al lado, en Italia. Esa misma semana se jugaron dos partidos de fútbol con asistencia multitudinaria en Madrid, y el 8 de Marzo hubo manifestaciones jaleadas por los dos partidos gubernamentales. Para entonces ya había registrados casi seiscientos pacientes en España, número que aumentó notablemente a las mismas horas en que las marchas feministas tenían lugar.

Esto se llama, por fuerza, irresponsabilidad, negigencia, frivolidad, por más que la ministra Montero (Irene) diga ahora que los manifestantes hicieron lo que les dijeron las autoridades (¡ella es la autoridad!). Lo malo es que en la tardanza en afrontar la epidemia con seriedad y rigor está parcialmente el origen de la deficiente gestión de la propia crisis sanitaria. Todos los días que se perdieron antes de descubrir las carencias del sistema de salud en una emergencia tan grave e insólita y superarlas fueron días de aumento de su propagación y letalidad. Cada hora sin decretar la alarma y el confinamiento fue una hora a favor del coronavirus. La pandemia avanzaba, devastadora, siempre que se demoraba la compra de test, la preparación de hospitales de emergencias o la extensión del uso de mascarillas, batas y guantes.

Lo que el Gobierno hizo bien, mañana.

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