Con motivo de la festividad del 28 de febrero, hemos recordado cómo los andaluces exigieron en referéndum su acceso a la autonomía plena en condiciones similares a las de las regiones históricas: Cataluña, País Vasco y Galicia. Si en esos momentos de entusiasmo colectivo hubiera que destacar un personaje, ese sería el presidente Rafael Escuredo, quien, con sus conversaciones con Adolfo Suárez y la presión ejercida a través de una huelga de hambre, encabezó los anhelos de un pueblo que pretendía recobrar su dignidad siguiendo la estela que trazara Blas Infante, figura hoy admirada, más allá de las ideologías, por la gran mayoría de los andaluces.

El acto institucional, celebrado en La Maestranza, en el que se entregaron las distinciones de Hijo Predilecto de Andalucía y las Medallas de Andalucía, terminó con el himno cantado por una de las galardonadas, Pastora Soler. Unos días antes lo habíamos oído en la Universidad de Huelva, cerrando el acto de entrega de las Banderas de Andalucía -entre otros, a dos amigos grandes en el arte y en la labor social: Juan Carlos Castro Crespo y Manoli García-. Allí lo cantó Rocío Mayoral con notas surgidas de la garganta y del alma que contagiaron su emoción a los asistentes.

Unas líneas más a propósito del himno de Andalucía. Tanto él como la bandera han tenido más fortuna que el himno y la bandera españoles. Los símbolos andaluces son respetados y asumidos de forma general, mientras que la bandera de España es contemplada con recelo por muchos (salvo en los triunfos deportivos) y claramente rechazada por nacionalistas y republicanos. Por otra parte, el himno de España carece de una letra que suscite consenso. Al contrario de lo que sucede con los catorce versos en los que Blas Infante supo condensar bellamente las aspiraciones del pueblo andaluz: "Tierra y libertad" -que hoy podríamos traducir por trabajo digno y libertad-, el blanco de la paz y el verde de la esperanza en los colores de la bandera, y los dos versos del estribillo "Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad". Son una divisa que merecería ser exportada al resto de las comunidades españolas. Además, afortunadamente, la rama fundamentalista del lenguaje de género no se ha atrevido a intervenir en un texto que aún podemos cantar así: "Los andaluces queremos / volver a ser los que fuimos: / hombres de luz que a los hombres / alma de hombres les dimos".

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