La hija

Carmen Franco debería haber hecho como esas hijas de Mao que llevaron una vida discreta y de las que nadie sabía nada

No es fácil ser hijo de un dictador. Stalin tuvo tres hijos. El mayor fue capturado por los nazis durante la II Guerra Mundial y murió en un campo de concentración; su padre lo despreciaba por cobarde y se negó a canjearlo. El otro varón fue un aviador mediocre que terminó alcoholizado y cargado de medallas que no había ganado; su padre también lo despreciaba. Y por último, la única hija, Svetlana, a la que su padre adoraba, nunca se llevó bien con su padre y fue rodando de amante en amante -cosa que enfurecía a Stalin- hasta que acabó fugándose de la URSS y exiliándose en Estados Unidos. Hitler, por su parte, no tuvo hijos, pero uno imagina lo difícil que habría sido ser hijo de semejante monstruo. Mao tuvo tres hijos a los que apenas vio en su vida. Uno murió muy pequeño, los otros se criaron en orfanatos. En las raras ocasiones en que su padre se acordaba de ellos, les recomendaba estudiar ciencias y olvidarse de la política. Uno de ellos murió en la guerra de Corea. El otro pasó casi toda su vida en un hospital mental. Se dice que Mao tuvo otras dos hijas que llevaron una vida muy discreta.

Ahora acaba de morir la única hija de Franco, Carmen Franco. Es evidente que los hijos no pueden cargar con la culpa de los crímenes cometidos por los padres, pero Carmen Franco debería haber hecho como esas hijas de Mao que llevaron una vida tan discreta que casi nadie sabía nada de ellas. Sin embargo, Carmen Franco no quiso renunciar a los títulos que tenía ni devolver muchas de las propiedades que Franco había requisado de mala manera. Además, y eso es lo peor, esa mujer no parecía disimular la admiración que sentía por su padre. Y hubo una Fundación Francisco Franco que nunca debería haber existido.

El pacto de la Transición -tan criticado por quienes no tienen ni idea de cómo fue el franquismo- se fundó en el olvido mutuo de los crímenes cometidos. Es cierto que los franquistas cometieron muchos más crímenes, pero en 1977 había 700 presos (de ETA y del Grapo y del FRAP) con condenas graves de terrorismo. Si no hubiese sido por ellos, a los que se tuvo que amnistiar igual que se amnistiaba retroactivamente a los criminales franquistas, tal vez se habría podido hacer algo más. Pero no pudo ser y la Transición fue la que fue. Con Carmen Franco luciendo collares igual que había hecho su madre. Y dando muy mal ejemplo. De casta le venía al galgo.

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