Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Esto no ha hecho nada más que empezar

Gana la farfolla, el fango más espeso y pestoso y la falta de información como eje de la sociedad en la que vivimos

Lejos de mi intención enmendarle la plana a Juan de la Huerga quien ayer mismo en su análisis sobre las elecciones madrileñas, recurría al mus para explicar la victoria arrolladora de Díaz Ayuso. Consciente de que recibiré alguna colleja destemplada, sostengo solemnemente que en Madrid no saben jugar al mus. Juegan mucho, pero raro. Les pasa lo mismo que en Japón o en Estados Unidos con el fútbol, que es posible que hasta ganen algún partido, pero jamás entenderán la filosofía del juego. A un madrileño se le cala a la primera cuando a los cinco segundos de tener las cuatro cartas en la mano lanza un órdago, sin saber que la mejor jugada es darte mus con cuatro reyes en la mano porque no pierde nunca. El mus son horas después de una comida (si es una alubiada la perfección es absoluta), de cafés, farias y pacharanes.

El martes viví las segundas elecciones en años alejado de la redacción, después de las catalanas. Decidí castigar al sofá de casa y no encender la televisión, dándole una oportunidad a un Twitter que lo tengo la mar de saneadito, ya que me he dedicado a ese placer Perezrevertiano de bloquear como un corsario a todo aquel que saque los pies del tiesto. Funcionó para dar valor a Malacara que soltó el tuit de la noche cuando, adornado de mayúsculas como acostumbra, sostuvo que se podía recorrer España saltando de politólogo en politólogo. A ver, un politólogo es como un economista, que se pasa toda su vida tratando de explicar lo que pasó ayer y no vio, por lo que augura todos los males posibles con la inequívoca intención de varios días después soltar aquello de "ya lo avisé".

Lo de ayer fue un órdago a la grande con un rey, dos caballos y una sota, un a farolada bilbaina (con permiso me como el acento) que augura los peores males posibles. No creo necesario reconocer que cada uno vota lo que le viene en gana, aunque también cada día que pasa doy más la razón a mi padre que sostenía eso de que "mi voto y el de algunos no debe valer lo mismo". Lo que ganó el martes fue la farfolla, el fango en todas sus dimensiones, el insulto de trazo grueso, la idiocia que lleva a alguien a aplaudir cuando una supuesta afecta a una candidata suelta que es "lo malo conocido" ante enfervorecidos que la jalean.

Tiene mal remedio. La crisis de la información tiene mucho que ver en todo esto. La gente no lee nada más que lo que coincida con lo que piensa. Nada de pensamiento crítico en el horizonte; lo de contrastar ideas, ya si eso y lo de tener sobre la mesa distintos puntos de vista, es demasiado cansado. No tiene cura rápida, va a más y la única vacuna es informarse mejor y leer más.

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