Empieza un nuevo tiempo político y llega con deberes por delante porque, al fin, se deja atrás más de medio año de parálisis administrativa.

Gabriel Cruz inicia su segundo mandato con una mayoría absoluta que le da la tranquilidad de poder llevar a cabo el programa que tiene definido para los próximos cuatros años, con retos que deben ser los objetivos y deseos de los onubenses.

Huelva le ha dado su confianza después de cuatro años al mando y ahora le toca a él poner el broche al cambio de la ciudad que necesita moldearse para que esta ciudad alcance el lugar que merece, el mismo que Cruz ha prometido que iba a garantizar durante toda su campaña y que ayer volvió a reiterar en su discurso de investidura.

Los onubenses han valorado la marca personal que Cruz ha dejado con un gobierno en minoría y ahora esperan que no baje el listón con una mayoría absoluta en la que se valorará aún más esa capacidad de diálogo tan indispensable en la figura de cualquier líder.

Huelva necesita avanzar y para ello hay que poner en marcha una serie de medidas que han aguardado durante tiempo en el cajón del olvido. Precisamente la primera tarea a la que se comprometió este alcalde (en una entrevista publicada en este periódico, días antes de salir elegido) fue la de impulsar la llegada de infraestructuras, imprescindible para que Huelva salga del aislamiento que sufre y recupere la potencialidad que posee en sus principales sectores productivos. Las necesita para poder cambiar la situación que ahora le obliga permanecer amarrada en un vagón sin destino. Es una tarea urgente que Huelva salga del tren de cola, que pueda ser competitiva y alcance el protagonismo que merece no sólo en materia turística, sino industrial, social o comercial.

Ayer se comprometió a ello el alcalde. Y lo hizo con determinación. Una actitud que Cruz ha mantenido en temas decisivos durante el mandato anterior.

Alguien me decía el otro día que el buen gobernante es el que lleva consigo tres haches: la de humildad, la de honradez y la del (sentido del) humor. Lo contrario derrota y desgasta hasta límites exagerados. A esas tres haches de peso le sumo una pe, la de la proximidad al ciudadano, que es el principal sustento de todo buen alcalde. Sin ella, nunca le llegarán las peticiones y sugerencias de la misma ciudadanía que le ha llevado al poder. Cruz lo sabe y por eso siempre ha intentado mantener esa confinidad que le permite recoger las súplicas y demandas de los onubenses. Ayer volvió a demostrar esa cercanía en su intervención, ante autoridades, amigos, compañeros y ciudadanos. Recibió el cariño de todos y a partir de ahora deberá mantener la reciprocidad para conservar su sello, que es el que Huelva ha votado.

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