Las dos guerras

Entre Ucrania y el Sáhara, el Gobierno ya eligió su guerra. La otra, la de la dignidad, la perdió para siempre

Las vidas de Iván y de Brahim, como todas, están marcadas por el territorio y la familia en que nacieron, pero también por los intereses que ambicionan los poderosos vecinos de sus respectivos países. Los dos conocen bien España y mantienen lazos estrechos con familias que solidariamente les abrieron sus casas, a través de asociaciones que llevan décadas organizando la acogida temporal de menores. Iván, de 15 años, habla todas las semanas con su "madre" María desde Ucrania, últimamente casi a diario; Brahim, de 23, pasó varios veranos con una familia valenciana en el marco del histórico programa Vacaciones en Paz. Ahora estudia la carrera gracias a la ayuda de sus padres adoptivos y regresa cuando puede a los campamentos de Tinduf.

La guerra se ha enredado en la corta biografía de ambos jóvenes. Iván vive cerca de Kiev; él sus hermanos mayores, ahora en las milicias, han sido entrenados militarmente desde la guerra de 2014 con Rusia. Muchos familiares han huido ya del país y él saldrá en cuanto pueda de allí. Brahim, por su parte, sabe que algunos de sus amigos están participando como voluntarios en las últimas ofensivas del Polisario, desde que en noviembre pasado se rompió definitivamente el frágil acuerdo de paz con Marruecos. Y los entiende: si después de 40 resoluciones de las Naciones Unidas no se ha avanzado nada, es que la vía diplomática no sirve. El volantazo inesperado de España no hace más que sumar amargura y verdad a sus palabras.

Mientras María, la madre de Iván, se prepara para recibirlo en cualquier momento, gracias a las facilidades otorgadas a los refugiados ucranianos, la familia de Brahim no da crédito a lo que está ocurriendo. Hay vergüenza y desengaño en sus palabras. Y no pueden evitar hacerse preguntas: ¿Por qué en un caso el gobierno actúa a favor de un país invadido, y en el otro se declara a favor del invasor? ¿Por qué se defienden los "valores europeos" y se contesta el autoritarismo de un líder insensato, y a la vez se ignoran los constantes atentados a los derechos humanos de la monarquía alauita? ¿Qué ignominia alimenta este doble rasero?

Muchos españoles continuarán con sus casas abiertas, ofreciendo asilo y siendo ejemplo de generosidad. Iván, Brahim, descansarán en ellos sus heridas abiertas, sus historias detenidas, el desarraigo provocado por dos guerras diferentes. El gobierno de España ya ha elegido la suya. La otra, la de la dignidad, la perdió para siempre.

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