Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Sin los guantes de Íker, esto es otra cosa

El adiós del portero de los milagros deja un vacío impresionante en todo el fútbol mundial

Todo ha sido inesperado en la carrera del portero más carismático del fútbol español, que ni Zamora, Ramallets o Iríbar han tenido el predicamento de este madrileño que alcanzó la gloria para agarrarla con ambas manos en varias ocasiones. Ni su debut en San Mamés con dieciocho añitos ni esta forma de irse han sido como se esperaba, pero es que tampoco aquel mano a mano milagroso con Robben en Sudáfrica podía esperarse.

Íker Casillas cuelga los guantes, que es la muerte deportiva de todo portero, pero su muerte civil llegó de la mano de ese infausto personaje que atiende por José Mourinho. El insoportable ego del portugués fue el detonante para erradicar a Casillas de su club de toda la vida. Desgraciado Real Madrid que ve cómo sus iconos más brillantes se van por la puerta de atrás y es que Íker tuvo que andar la misma senda dolorosa que ya vivieron Di Stéfano, Raúl y muchos más.

Su estancia en la Liga portuguesa fue un amargo cáliz que supo sorber con hombría, pues lo natural es que hubiera dicho adiós en el club que lo captó para la causa como alevín. Nuestro portero en las dos Eurocopas y en el Mundial se va con todos los galardones establecidos por la ley deportiva, pero con el amargor de irse a orillas del Duero en vez de su querido aprendiz de río, el Manzanares, que es como él, sin duda alguna, hubiera preferido para el acíbar del adiós.

Con el corazón seriamente tocado, Íker cumplirá su año de contrato, pero estará lejos de la vista del gran público, de ese público que lo aclamó mientras iba batiendo marcas y recogiendo galardones. El infarto se le ha cruzado en el camino como en su día se le cruzó Mourinho con la connivencia de Florentino Pérez, ese ser dicen que superior que no deja que haya egos por encima del suyo. Sin Casillas el fútbol del mundo será otra cosa, si no, que se lo digan a Robben.

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