¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La gran moto del Gobierno

El plan de reconstrucción resultó ser puro exhibicionismo del ego aerostático de Sánchez, tan grande como vacío

Si tuviésemos que destacar un imperio de los muchos que han existido en la historia optaríamos por Bizancio, que duró casi mil años sin que apenas nadie se diese cuenta. Aquí mismo, en Andalucía, hasta los profesionales de la cosa policultural han olvidado que fuimos bizantinos siete décadas, entre los siglos VI y VII. Sin embargo, fíjense en Napoleón. El pequeño tirano, cuando consiguió escapar de la isla de Elba, cabalgó sin descanso junto a 600 leales hasta París para anunciar, con estruendo de clarines, su regreso como emperador. Aquello apenas duró tres meses. Fue lo que se conoce con cierta retranca como El imperio de los 100 días (Cent-Jours, según los franceses, que siempre han añorado los desvaríos del corso).

Recordamos estas megalomanías que acabaron en pequeñeces al ver la presentación del presidente Sánchez de su Plan de Reconstrucción, Transformación y Resiliencia, ideado para gastarnos los caudales prometidos por la UE. El clímax del acto, que contó con una puesta en escena inspirada en Sálvame de Luxe, fue cuando Sánchez se comprometió a crear ¡800.000 puestos de trabajo!, los mismos que Felipe González cuando era la joven promesa de la progresía europea (objetivo, sobra decirlo, que nunca alcanzó). Pero lo peor no fue tal exageración, sino el uso impúdico de esa retórica vacía a la que nos tienen acostumbrados los políticos de hoy, tanto de la diestra como de la siniestra; esa interminable conga de palabras (economía-sostenible-digital-verde-social-transversal-etcétera) con la que los hechiceros de hoy intentan encandilar al pueblo soberano.

Probablemente serán muchos los que hayan comprado al Gobierno esta motocicleta de gran cilindrada. Al fin y al cabo se anuncia un aguacero de millones europeos que en algo mejorará las cosas. Pero ni Sánchez va a cambiar el sistema productivo de España en tres años, ni va a revolucionar la administración pública, ni mucho menos va a generar el empleo que asegura. Puro exhibicionismo del ego aerostático de Sánchez, tan grande como vacío. Su gobierno no tiene capacidad de gestión y carece de fortaleza política para tan hercúleos trabajos. No entendemos a qué tanto circo. La mayoría nos conformamos con que se arreglen algunos de los desperfectos que está causando la pandemia en el tejido empresarial, se disminuya unos puntos nuestra dependencia del petróleo y se alivie la trágica situación de centenares de miles de ciudadanos. Todo lo demás es jugar a ser Napoleón camino de Waterloo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios