Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Del gordo al niño

La narcolotería: el telediario del sábado dio 40 minutos de euforia premiada por la Lotería. De ahí, al fútbol

Un grupo de personas se ve que recibe el aviso del redactor: "Ya estáis saliendo en la tele". El espectador percibe que la pandilla del barrio, la peña, la hermandad, el despacho de boletos de la suerte o el bar comienza a representar su show de alegría con copa de plástico llena de sidra El Gaitero o cava semidulce. A unos les habrá tocado, bendita su suerte, pero los que hacen de comparsa son, una de dos, figurantes natos que no se han visto en otra, y demuestran euforia solidaria con lo que haga falta, o alternativamente están comiéndose la envidia entre sorbo y sorbo del mejunje de ocasión, pero casi peor era quedarse en casa. El grupo comienza a botar con mayor o menor sincronía; pasa del silencio al cachondeo a la señal del cameraman. Todo esto no está mal ni bien, y hasta tiene su ternura. Lo malo es otra cosa. Y no es que no me haya tocado, palabra de honor: esperar esa improbabilísima suerte es un acto de fe digno de San Agustín con el misterio de Santísima Trinidad.

Lo malo es que el telediario de las tres de la televisión pública dedique, desde el inicio, 40 minutos largos a estos happenings callejeros o de local barato representados por los premiados en la Lotería Nacional (y sus generosas o rabiosas comparsas), que son una inmensa minoría. Narcotismo, placebo y pico de muleta comunicacional de primer orden. En otros tiempos, las televisiones y emisoras públicas hacían gala de afanarse en el proselitismo cultural y en la calidad informativa; TVE se abanderó con ese lema en 1991: "Para una inmensa minoría". Como la lotería, bien mirado. Que con la que está cayendo -agorera, frustrante, lo que quieran: pero la que está cayendo es de mucho caer- se pase del sentimentalismo y los lloriqueos de la inmensa minoría agraciada a la jornada de Liga apesta a mala praxis informativa. O quizá es que uno está muy confundido con la misión de un telediario.

Puede que se trate de darle a la gente lo que le importa. Quizá el hacha de la estrategia de TVE pretenda con esa horita corta de oé oés y jotas espontáneas vertebrar una mijita al descoyuntado pueblo español con un motivo gozoso en el que desahogamos nuestras frustraciones por un rato. Será que los ingresos del Estado por Lotería son dinero fácil y precioso, y conviene lanzar el mensaje de que si no ha sido a ésta, será a la próxima. Del Gordo al Niño. Peñazo gordo el del noticiero; y es que somos como niños.

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