Sobre fobias

Allá el Rey, yo no hubiese ido para ser utilizado por esta gente que no tiene más discurso que la hispanofobia

La manifestación de Barcelona del sábado pasado no me enteré bien de qué iba. Si era de repulsa por los asesinatos de inocentes, si era de auto confirmación de no sé qué valores de paz, tolerancia, amistad, convivencia, amigos para siempre o si era un acto programado para abuchear al Rey, símbolo de la nación. Hoy pienso que fue un aquelarre para que la inmundicia política del separatismo siguiese a lo suyo. Miles de barceloneses se descolgaron de tamaña mamarrachada y las cifras de asistentes no fueron ni de lejos las que podían haber sido. Allá el Rey, yo no hubiese ido para ser utilizado por esta gente que no tiene más discurso que la hispanofobia. Y para remate se unen con otros, aún peores, a los que el odio a España se les queda corto y odian a tumba abierta a la nación, a la democracia, a las libertades constitucionales, a la religión y a la familia. Todo en uno. Y para acabar con lo que les huela a español necesitan al islam, por eso los hay por centenares de miles en Cataluña. No quieren inmigración de origen hispano, la prefieren mahometana.

Es por todo esto que una de las pancartas más divulgadas era "No a la islamofobia". Dios me libre de pensar lo contrario, pero lo que se me vino a la cabeza es que esta gente tiene diferentes grados de fobia ante un mismo hecho. Veamos: ante un crimen la fobia al crimen de esta gente depende de quién sea el asesino. La víctima les importa entre un pimiento y un rábano. Si el que mata es un islamista, entonces hay que gritar rápidamente que nada de islamofobia y que cuidado con criminalizar al islam. Pero, si el criminal es uno que ha matado a su esposa, pareja o amiga, entonces sí. Entonces hay que salir a la calle, gritar hasta enronquecer, divulgar el hecho hasta el máximo, presionar a la impresentable clase política para que endurezca aún más las leyes contra los hombres, que se controle al ganado masculino y que por supuesto no disfrute ni de un gramo, ni de un minuto de presunción de inocencia. O lo que es lo mismo: esparcen por tierra, mar y aire la androfobia, el odio al hombre. El crimen de un islamista es casi un accidente y el de un hombre sobre su pareja es algo monstruoso que debe pagar el nada presunto culpable antes de ser juzgado y con él todos los de su sexo que son iguales que él. Esto es lo que hay. Es ya muy viejo. Recuerdo que cuando la bestia comunista mandaba en medio mundo y aplastaba cualquier disidencia, para ellos todo era un malentendido. Si el Gobierno de Estados Unidos cometía un error, cualquiera que fuese, eso era el fin del mundo. Todo sigue igual, son los mismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios