El felón

¿Cómo parar a un presidente al que ya se le ha adjudicado el adjetivo de felón?

Qué se puede hacer para parar esto? Esta pregunta es la que un oyente dejaba, esta semana, en el buzón de voz de un programa de radio. Como esa cuestión también me la planteo con frecuencia, incrementé mi atención a la espera de que respondieran los contertulios radiofónicos a los que iba dirigido ese interrogante. Suponemos que aquellos periodistas especializados en política sabrían dar respuesta a tal inquietud. Tras un leve silencio, la respuesta de uno de ellos fue: "negociar". Sinceramente yo sentí un gran desánimo que supongo compartiría el oyente que acudió a sus fuentes radiofónicas de quienes nos alimentamos cada mañana. No hay más respuesta que esa, a no ser que crea que los ex presidentes Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero (de él se dice que es el constructor de esta destrucción democrática) y Mariano Rajoy negociaran en un marco legal que desconozco, la fuerza democrática oportuna que pare esto. ¿Qué hay que parar? Habría que parar la destrucción de nuestro país sobre el que en editoriales de periódicos de toda ideología piden que "así no", así no se hacen las cosas que han emprendido el PSOE de Sánchez (esta distinción es de suma importancia) y Podemos, partido del que ya sólo queda el vicepresidente, Pablo Iglesias. El tiempo ya se cuenta hacia atrás para que pueda seguir en el gobierno: dependemos de los presupuestos y de las elecciones que antes o después llegarán, y sabe que él no reeditará su posición. Antes matar que morir. ¿Cómo parar a un presidente al que ya se le ha adjudicado el adjetivo de felón? Retomo las palabras que Pedro Sánchez dijo en el mitin del cierre de campaña en Sevilla tan viralizado esta semana. Hablaba, Sánchez de Pablo Iglesias con desprecio mientras relataba las pocas cuestiones que habían abordado durante sus negociaciones en aquel entonces. Ante multitud de personas decía que, frente a todo lo que quería negociar con el de Podemos, Iglesias le respondía con que sus prioridades más importantes eran controlar a los jueces y fiscales, a los espías y policías, controlar la RTVE y dar el derecho de autodeterminación a Cataluña, Galicia y País Vasco redondeando con pretender aumentar el gasto publico frente a Bruselas. Sánchez, con una inseguridad destacada, cerraba su discurso panfletario, con que iba a garantizar la independencia de la justicia, la fiscalía y de la RTVE. Me pregunto por qué todas esas personas que le aplaudían tímidamente se empeñan en palmotear lo que Pedro Sánchez le ha otorgado, de pleno, a Iglesias, que son exigencias que acaban con la democracia.

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