La fábula de la toallita

Por alguna extraña razón, los onubenses vivimos en una elección permanente sobre el destino de las inversiones

Hay que ver lo que da de sí una toallita. Es de esas cosas que sirven para todo. Lo mismo te limpias la boca que los pies; lo mismo un resto de comida que la nariz. Es más, creo que es posiblemente el invento más útil de los últimos siglos, sin exagerar ni un ápice. Ayer, sin ir más lejos, lo pensaba mientras limpiaba los zapatos del niño con una de ellas. Luego, de camino a la basura -ojo, que nunca se deben tirar al váter- la utilicé para quitar una mancha del mueble del pasillo, después quité de en medio un trazo de lápiz de la pared, un poco de óxido en los bajos de la lavadora, una legaña de la niña, un pegote en el tenedor, una gota de aceite del suelo, el resto de huevo que quedó en la vitro, una mijita de alpiste del agapornis y alguna cosa más que ya no recuerdo. Dudo de que haya nada en el mundo que puede usarse para tanto, salvo una cosa: la excusa de las prioridades y el dinero cuando se trata de hacer inversiones en Huelva.

Siempre que hay debate sobre alguna nueva infraestructura en la provincia aparece el argumento de que tenemos gastos más 'importantes'. De que hay cosas que necesitamos más que otras y que, por lo tanto, la cosaquesea pues… bueno, que no hace tanta falta, hombre. Que pa qué. Como justificación no estaría nada mal si no fuera porque se usa para todo. Ahora sirve como disculpa para que la Junta no construya el Hospital Materno Infantil que nos lleva prometiendo el PP desde los tiempos de Susana, pero ya se había utilizado antes. Muchas veces. Más o menos consiste en decir que el AVE en realidad no hace tanta falta porque es mejor gastarse el dinero en la Huelva-Zafra aunque, si lo miramos bien, sería más igualitario el desdoble de la N-435, que por otra parte no lo necesita tanta gente como la carretera de El Rocío a Matalascañas o, ya que estamos, quizás sea más práctico el tercer carril de la A-49 que, bien pensado, tampoco es algo tan útil como lo sería, por ejemplo, el AVE. Por alguna extraña razón, los onubenses vivimos en una elección permanente, como cuando de chicos nos daban un duro para el kiosko y teníamos que elegir solo una chuche entre centenares. No hay más, nos dicen, y lo más gracioso es que, cuando por fin nos decidimos por una, resulta que el duro se nos ha colado por algún agujero del bolsillo y ahora lo tiene otro. Solo podéis coger una, insinúan, y mientras aquí lo debatimos con gran vehemencia ya ha pasado otro año sin que tengamos nada. Al final todo lo justifican (y lo aceptamos, que es aún peor) en que "hay cosas más importantes", y la verdad es que les está funcionando el argumento. Es tan práctico como una gran toallita, y lo mismo les sirve para lavarse las manos que para limpiarse el culo.

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