Visiones desde el Sur

Me lo expliquen (I)

Hay cuestiones que siguen sin una respuesta acorde con las necesidades de buena parte de la población

En un mundo saturado hasta el hartazgo de informaciones quiméricas como en el que vivimos, es necesario pasar por un colador cuanto nos llega y tratar de buscar la verdad que nos omiten o nos falsean a conciencia los manipuladores de la realidad, para intentar vislumbrar alguna certeza en la selva de distopías que nos rodea, que, como si fuéramos pardillos, oculta de nuestra mirada lo execrable, lo inaceptable y hasta lo punitivo.

Leer la prensa o escuchar los informativos audiovisuales se torna así en un ejercicio de valor. Porque, mira que hay que tragar basura y más basura diariamente de los de acá y de los allá.

Y mientras tanto, hay cuestiones que siguen sin obtener una respuesta acorde con las necesidades de buena parte de la población. Pondremos algunos ejemplos flagrantes dejando de lado los grandes temas de Estado, por no meternos en este artículo en guerras que tocan de cerca esa cuestión que llaman ideología, y de la que algunos estamos ya hasta las mismísimas gónadas.

¿Qué narices ocurre con la factura de la luz? ¿Cómo es posible que cuanto más frío -o más calor- haga en esta tierra de María santísima el recibo de la luz se dispare hasta cotas impredecibles y además inasumibles para muchas personas, y los que tienen que ordenar el mercado miren hacia otro lado o pongan excusas inaceptables? ¿Qué hacen para mitigar tamaña afrenta llevada a cabo por las eléctricas, los ministerios de Industria, Comercio y Turismo, pero, sobre todo, el de Consumo, llamados como están a proteger los derechos de los consumidores? Me lo expliquen.

¿Qué hacen para que los combustibles, en las épocas de mayor movilidad ciudadana -puentes, vacaciones, fiestas…- se eleve hasta la estratosfera dejando al consumidor en manos de las garras de un mercado salvaje y liberal por el que hay que pasar por el aro sí o sí?

Los consejos de administración de las grandes multinacionales y las empresas eléctricas y petroquímicas están cargados de mentores procedentes de la política de uno y otro bando, que cobran una millonada por asesorar a las mismas. ¿En qué lugar aparcaron sus ideologías y el buen hacer de Estado? ¿Qué clase de Estado social, democrático y de derecho es éste que permite las colas del hambre existentes en las grandes urbes, sin que los ayuntamientos, las comunidades autónomas, las diputaciones y el Estado tomen cartas en el asunto, dejando a los afectados a merced de la caridad? Me lo expliquen también.

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