Sería lógico en un día como hoy hacer balance del año que finaliza, pero basta hacerlo del último trimestre para darnos cuenta de que nos estamos moviendo en lo político -representa lo que somos puesto que son electos los dirigentes- entre el esperpento y la desobediencia a la legalidad, lo que al final se convierte en la antesala del caos y la anarquía.

En el centro de toda esa conflictividad figura el tema catalán por derecho propio y en él observamos la pérdida del oremus en muchos de los protagonistas, desde la pretensión -suponiendo que pudiera ser nominado- de hacer una investidura a distancia hasta el vergonzante menú de cena navideña a las Fuerzas de Seguridad. Desde el recurso de inconstitucionalidad del artículo 155, por quienes no obedecieron ni reconocen la Constitución, hasta la ensoñación sociopolítica, de gran oportunidad, del proyecto Tabarnia que hace temblar las piernas de los independentistas. Y así podríamos continuar, pero si vemos la situación poselectoral deberíamos valorar cuál es a la etiología (origen, causa, raíz…) del problema como para generar una polarización tan rotunda en la vida y sociedad catalana.

Me remonto a Felipe González, que no enchironó a Pujol por el caso Banca Catalana. Le siguió Aznar con el patético pacto del Majestic que descabezó al PP sacrificando a Vidal-Quadras. Continuó Zapatero con el "aceptaré lo que venga de Cataluña" y, en la etapa más reciente, Rajoy utilizando cataplasmas en lugar del bisturí con una aplicación amortiguada del 155. ZPedro, colabora con la ambigüedad e inespecificidad de su modelo federal y reforma constitucional. Los demás entre ganadores novatos o antisistema no tienen gran impacto en la etiología.

¿Qué nos revela esta síntesis expuesta? Pues que la mentira y el adoctrinamiento han sido sustentados y consentidos por los constitucionalistas sin distinción de colores cuando no hubo nunca un territorio más protegido que el catalán. Así que visto lo visto, los aznaritos a callar. Los socialistas, hegemónicos en su día, a tragar mucho icetaton complex, para recuperarse. Del PP, qué decir. Pues mi impresión es que podemos tener un más que aceptable presidente del Gobierno pero no un buen presidente del partido. Más hombres y menos nombres, pues. En definitiva, abandonemos el relativismo y apelemos a la ética por el bien general, olvidémonos que interesan los fines por encima de los medios para lograrlos… Sí, la etiología puede ser más amplia de lo comentado y el tratamiento habrá de ser multifactorial y desde principios de honestidad. En caso contrario, ante el retroceso del PIB catalán, a la afirmación falaz de, "España nos roba", ¿no estaríamos legitimados para preguntar si, ahora, quien nos roba es Cataluña? Reconozco no sería este el camino más adecuado.

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