El escoramiento autoritario

Una democracia de calidad debe incluir, entre otras cosas, órganos y mecanismos de control independientes

Hace unas semanas, Adriana Lastra, portavoz del grupo socialista en el Congreso se despachó con una frase cargada de edadismo, o lo que es lo mismo de discriminación por edad. Respondía así a las críticas de ex dirigentes del PSOE por los pactos con Bildu y ERC; entre otros, Felipe González, Alfonso Guerra y Juan Carlos Rodríguez Ibarra. En concreto, sus palabras fueron: «Siempre escucho atentamente a nuestros mayores, pero ahora nos toca a nosotros. Somos una nueva generación a la que toca dirigir el país y la dirección del PSOE». Más allá de ese sesgo edadista, habría que reparar en lo que hay detrás, que no es otra cosa que la existencia de un estilo de pensar y hacer política. Pues bien, ese mismo estilo se aprecia en iniciativas habidas por PSOE e UP en relación con el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y con los independentistas. En ellas se aprecia el mensaje inequívoco de dejar claro que esto es lo que hay y que son ellos los que mandan, así que no hay más que hablar, lo que viene a indicarnos que se va camino de una desconsolidación de la democracia, bajo la fórmula de ir modificando leyes o normas que dificulten el que un líder o un partido -ahora dos- puedan hacer de su capa un sayo, convirtiendo las diferentes instituciones en una prolongación del gobierno para que sirvan, prácticamente, para ratificar las decisiones y actuaciones que emanen del Ejecutivo. Eso significa escorarse hacia un régimen autoritario, revestido de ropaje democrático simplemente porque se convocan elecciones, lo que es completamente insuficiente en una democracia. ¿Que hay obstáculos para la renovación del CGPJ? Pues nada, se hace una ley ad hoc para cambiar la votación y asunto resuelto. ¿Que el CGPJ, estando en funciones -no por su culpa- efectúa distintos nombramientos necesarios? Pues lo mismo, se registra otra ley que suprima esas facultades y que salga el sol por Antequera. ¿Que conviene llevarse bien con los independentistas catalanes para aprobar los PGE? No hay problema, se anuncia la posibilidad de indultos o de reemplazar a la carta la ley sobre delitos de sedición y de rebelión, y se consiguen sus apoyos a las cuentas. Esta es la realidad española. Una democracia de calidad debe incluir, entre otras cosas, aspectos éticos, respeto a las minorías, reparto de poderes, y, muy importante, órganos y mecanismos de control independientes. No es sólo elecciones. Si no es así, se cae en manos de autoritarios que solo buscan en nosotros que seamos… obedientes.

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