Leía la semana pasada un artículo de mi estimado amigo y Catedrático de la Universidad de Huelva, Alfonso Vargas, en el que exponía que estamos en un momento para la reflexión y el pensamiento a largo plazo, de tal manera que en el ámbito del turismo, al que se refería el artículo, debemos anticiparnos a las nuevas tendencias al objeto de aprovechar el nuevo entorno post pandemia y aprovechar las oportunidades que se generen.

La realidad es que la incertidumbre que genera la situación de pandemia y las cambiantes normativas y regulaciones para controlarla nos impiden o más bien desaconsejan, adoptar decisiones estratégicas a corto plazo, ya que no podemos prever el escenario normativo ni el sanitario, al menos en este año y esto es extrapolable no solo al sector turístico, sino a todos los sectores de nuestra economía provincial.

Coincidiendo con el profesor Vargas, y ampliando el razonamiento al resto de sectores productivos provinciales, estamos en tiempos de diseño de estrategias a largo plazo, de toma de decisiones que deberán ser revisadas con los acontecimientos, sin prisa pero sin pausa, tenemos que pensar en el planteamiento de los escenarios de la Huelva de dentro de 15 o 20 años si queremos aprovechar las nuevas tendencias de los consumidores impuesto por los nuevos canales de comercialización basados en las TIC, conjugadas con las políticas de sostenibilidad ambiental que tendrán sus consecuencias en el medio plazo.

Decía el filósofo hispano romano Seneca, "no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va", por eso es tiempo de mantenerse a la expectativa, no es momento de decisiones arriesgadas sino de meditar sobre hacia donde va el mercado y por consiguiente nosotros cuando la situación esté controlada.

En definitiva, no son tiempos de quedarse dormido en los laureles, pero quizá tampoco lo sean de actuar de manera impulsiva, al menos hasta que se despeje el futuro inmediato y se puedan realizar previsiones con cierto grado de fiabilidad. Mientras esto se produce, tenemos un periodo de reflexión y de replanteamiento de hacia donde queremos ir como provincia. Tenemos sectores que son muy sensibles a los nuevos cambios, como el turismo, en este caso con la ventaja de que como no teníamos un modelo claro podemos aprovechar para definirlo y posicionarnos mejor. El sector de la industria debe trabajar en su rediseño poniendo la luz larga, planteándose estrategias de futuro no tanto basadas en comportamientos del pasado como en nuevas tendencias, nuestro sector agroalimentario debe apostar de manera decidida por la agroindustria sin más excusas, pensar en cual será la situación del mercado dentro de diez años si seguimos anclados en la producción primaria.

La nueva normalidad traerá probablemente un consumo más responsable donde la sostenibilidad ambiental pasa a ser prioritaria frente a otros criterios y donde la generación de energía y su demanda será clave en el futuro industrial del planeta.

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