Los equilibrios difíciles

En el circo de la política española, el presidente Sánchez parece que ha optado por el papel de equilibrista

En el circo en que está convertida la política española, el presidente Sánchez parece que ha optado por el papel de equilibrista, ese oficio tan antiguo perdido en la memoria de la más remota infancia donde un señor caminaba casi por el aire mientras mantenía el equilibrio ante los asombrosos ojos del respetable. O eso es lo que se desprende de la actitud mantenida en algunos episodios ocurridos esta semana, y que no son más que una muestra de lo que nos queda por ver ahora que por fin somos conscientes de la verdadera intención de su moción de censura, que no es otra que agarrarse al poder como sea y obtener los beneficios del llamado "efecto Moncloa" que ya empieza a apreciar para bien en los últimos sondeos.

En Cataluña, donde todos tienen mucho que perder y cada uno recita su papel y el panorama tiene casi tanto de circo como de teatro, anda el hombre poniendo al mal tiempo buena cara (la desinflamación, le llaman) tratando de echar con medidas políticas a su alcance un poco de agua al enorme fuego provocado por la declaración unilateral, el referéndum ilegal y sus duras consecuencias penales. Ya que no los puedo sacar de la prisión por lo menos que allí los cuiden sus amigos, habrá pensado el presidente en la convicción de que el traslado de los presos no es tanto una cuestión de cercanía como de competencia, las de la Generalitat con sus cárceles.

Otro tanto cabe apreciar del proceloso proceso de designación del director de Televisión Española, más cuando en el primer minuto quedó desvelada la intención de Pablo Iglesias de controlarla previo pacto con el PSOE mediante la colocación de un periodista afecto a la causa (a la causa de Podemos, se entiende). Este movimiento no ha gustado a nadie, y menos que a nadie al PNV, cooperador necesario en el acoso y derribo al presidente Rajoy, que mira con recelo el ascenso de Podemos en el País Vasco por sus confluencias con Bildu. Y ahí andan, intentando cerrar un acuerdo de última hora casi rogando el apoyo de ERC, que como es lógico pregunta también por lo suyo.

Este pasar por el Gobierno prometiendo lo que difícilmente puede llevarse a efecto, alimentando justas esperanzas que posiblemente no serán cumplimentadas, amagando mucho y dando poco requiere, en fin, un ejercicio de equilibrismo difícil de conseguir. Y aquel funambulista de nuestra niñez, además, hacía su ejercicio con red.

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