En la página web del Ayuntamiento de Sevilla puede leerse: "El delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz, ha anunciado la intención del Ayuntamiento de Sevilla, a través de la Gerencia de Urbanismo, de acometer una reordenación de los rótulos y elementos publicitarios que, bien sobre las fachadas de los edificios o instalados directamente en las vías públicas, se localizan en el Centro Histórico de la ciudad, afectando de manera negativa a la imagen y al paisaje urbano de éste. El delegado ha destacado la responsabilidad del gobierno municipal en la preservación de los valores patrimoniales y paisajísticos del centro histórico de Sevilla, a los que la presencia de elementos claramente disonantes e inadecuados afecta de forma directa".
Hace tiempo que se viene hablando de esto, que se anuncia, que se dice, que se inicia… Para poco o nada. El ejemplo más reciente es la tienda que ha abierto sus puertas en calle Cuna ofreciendo gofres con forma de eso que Leonardo Dantés decía que tiene nombres mil y eso otro que también designa a los altramuces: allí usted puede degustar un vergofres o un chochofre. Nada que objetar. Allá cada cual. La cocina y la repostería erótica tienen una larga historia referida tanto a sus valores afrodisíacos, que aquí evidentemente no entran, como a sus formas de genitales. El problema está en sus rótulos y elementos publicitarios que agreden directamente la imagen y el paisaje urbano del centro histórico que la Gerencia parece tan decidida a proteger y reordenar. No acaba de entenderse que, si van a proceder contra lo ya hecho para rectificarlo, obligando a cambiar rótulos y elementos publicitarios ya instalados, autoricen este despliegue de colorín hortera. ¿No se presentan proyectos? ¿No se actúa preventivamente y solo se hace a horterada consumada?
Insisto en que me refiero solo al diseño de rótulos y elementos publicitarios, no a lo en ellos representado ni a lo que allí se venda. A la antigua Grecia nos podemos remontar si seguimos la pista de los dulces con forma de órganos sexuales. Y a Cernuda si se quiere asociar a un refinado erotismo incluso la repostería conventual: "al morderlo parecía como si mordiéramos los labios de un ángel" escribe en Ocnos de las yemas de huevo hilado y polvorones de cidra o de batata "obra de anónimas abejas de toca". No se trata de lo que entre por la boca, sino por los ojos.
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