La otra orilla

víctor rodríguez

¿Dónde estabas entonces?

Dónde estabas entonces cuándo tanto te necesité? Nadie es mejor que nadie pero tú creíste vencer. Si lloré ante tu puerta de nada sirvió… ". Así comienza la canción Insurrección de El último de la fila, y bien podría usarse para reflexionar acerca del resultado electoral del último domingo en Andalucía. Tanto se lleva farfullando, ladrando y llorando desde entonces, que poco se entiende lo que realmente ha pasado. La Democracia es como la libertad de expresión; hay que aceptar los resultados y más se legitima cuanto más es posible la discrepancia. Una Democracia madura sabe respetar el veredicto de las urnas, aunque sea inesperado y derrotista, lo mismo ocurre con la aceptación de opiniones contrarias a las propias vertidas en público.

No me gusta cuando los políticos riñen a los votantes si no eligen lo que ellos quieren. Además, en este caso no podemos hablar de la influencia de noticias falsas, porque la irrupción de "ese partido político" ha sido un fenomenal ejercicio de profecía autocumplida.

Más que reñir a los votantes bien harían los partidos, especialmente el que ha permanecido en el poder treinta y seis años, en escuchar sus posibles razones. Si hay un poso de argumento en los lugares donde hay más inmigración; ¿dónde están las políticas de integración y normalización de extranjeros? ¿Sabe el querido lector cuántos menores extranjeros no acompañados atiborran los centros sociales en Andalucía respecto a, por ejemplo, La Rioja? En Andalucía hay casi cinco mil; en La Rioja, uno.

¿Dónde están los integradores, las oficinas de extranjería sin colapso, los traductores, los albergues para temporeros, la vigilancia de las condiciones laborales en el campo, la inversión en barrios de clases bajas?

En la era posmoderna (soy de los que piensa que las ideologías ya no existen, que sólo existen los intereses) es el obrero el que se echa a pelear con el extranjero por las migajas del sistema. Y esos obreros, esos barrios y esas comarcas, son los que más sufren todos esos problemas diariamente. Vivimos años de políticas de anuncios y de muy pocas soluciones concretas, el dinero pasó de largo y la gente se ha cabreado.

Dirigentes políticos: cuídennos a todos, no sólo a lo que viven de su voto, trabajen por mejorar la vida de la gente, sobre todo de la más humilde, luchen por dar oportunidades a todas las personas y ya verán como la moderación regresa.

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