Los jóvenes, no tan jóvenes, recordarán aquella melodía de Gaby y Fofó que invitaba a cantarla al primer compás: "La función va a empezar, ya empezó la diversión"… ¿Se acuerdan? Pues sí, empezó el espectáculo que periódicamente nos ofrece el sistema bipartidista. En un rincón del ring el PP en su versión más rancia y más manida. En el de enfrente, el PSOE con su eterna letanía de cambios. El combate sigue los mismos pasos de siempre. Desempolvar el cuaderno de apuntes y repasar lo que formularon ambos en las últimas elecciones para darle un lavadito de cara (las hemerotecas son muy traicioneras). Después, el PP busca la alianza de los presidentes de turno de las Asociaciones de Madres y Padres conservadoras para asegurarse de que defenderán lo mismo que ellos pero con otras palabras: la enseñanza de la religión en la escuela "a muerte" (dado su "profundo" catolicismo) y el aumento de los conciertos en los centros privados (para esto sí que quieren a los socialistas). Por último, cada uno de los grupos, busca la manera de atraer a la ciudadanía atacando al contrario mediante sus particulares versiones de lo legislado.

Compruebo, una vez más, que una de las razones más odiosas de hacerse mayor es perder la capacidad para sorprenderse; sentir que eso que se dice, ya se oyó antes. Qué falta de originalidad el que tantas familias se pongan en guardia ante la palabra "religión". Qué extraña alergia la que produce el simple sonido de la palabra "cívico".

Celaá, la actual ministra de Educación, ya ha publicado los cambios que pretende dar: la Religión no será computable en el expediente para obtener la media; tantas reválidas no son útiles; hay que crear programas que eviten el fracaso, debe impulsarse más la participación de todos… Nada nuevo, puro y necesario sentido común, pero no es lo primero. La educación de un país es lo suficientemente importante como para jugársela como un trofeo. Por tanto, lo primero es lo primero: conseguir ese ansiado Pacto por la educación, un compromiso que estabilice el sistema y lo aleje de este eterno e hipócrita duelo (socialistas defensores apasionados de la escuela, pero llevan a sus niños a la privada, o conservadores que aluden a la religión para que su niño vaya al concertado religioso, cuando lo único que buscan es un colegio sin inmigrantes y sin discapacitados).

No, así no se arregla la educación en este país, ya existen sobradas experiencias. Otra ley sin un previo Pacto de Estado, no, gracias.

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