La presidenta Susana Díaz se acaba de entrevistar con el presidente Mariano Rajoy para solicitar un trato justo y solidario para Andalucía en los Presupuestos del Estado, que podrían primar a otras autonomías con mayor capacidad de presión o por la coyuntura política del momento. Estoy seguro de que pone en ello su mejor empeño, provista de sólidos argumentos. Pero seguramente su capacidad de maniobra se encuentra limitada, pues las decisiones últimas las toman, como corresponde, los gobernantes de la nación. Sin embargo, trasladando esta cuestión al nivel de la región andaluza, es evidente que son ella y su Gobierno los competentes para gestionar los ingresos y repartir las inversiones y gastos del presupuesto andaluz entre las ocho provincias de la comunidad autónoma.

Personas con más competencia y autoridad que yo han puesto de manifiesto necesidades perentorias de Huelva en los distintos ámbitos, urgiendo su remedio. Por mi parte, aprovechando esta ventana de Surcos Nuevos, he querido expresar una opinión, compartida por muchos, ceñida a las muy graves deficiencias de nuestra provincia en el campo de los equipamientos culturales. Ya lo hice en cuatro artículos de enero del pasado año con una comparación somera, significativa y ponderada, entre las ocho provincias, que ponía de relieve el abandono en que las administraciones -nacional y autonómica- tenían a Huelva en este capítulo. Ahora centro el foco en la provincia más lejana de nosotros en distancia física, pero próxima y comparable por muchos otros motivos. Frente a los espacios museísticos y expositivos de Almería (y amigos de allá, al leerme, me han recordado que he dejado de nombrar bastantes) en la capital se yergue en solitario nuestro vetusto y entrañable Museo. Aún acompañado de la promesa (¿fiable? ¿electoral?) de su ampliación al edificio del Banco de España, quedaríamos muy lejos de unas dotaciones dignas.

Reclamemos, pues, en voz bien alta, que Madrid y Sevilla tengan en cuenta la demanda cultural de Huelva, inseparable de su desarrollo económico. Pidamos también a las otras administraciones, provincial y municipales, sensibilidad para invertir en cultura. Y solicitemos así mismo a nuestras empresas -algunas contadas ya lo hacen- que, a través del mecenazgo, colaboren para que las instalaciones culturales de esta provincia, singular por tantos motivos, alcancen un nivel sencillamente decente.

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