La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La ejecución de Mateos Gago

Visitan las obras con aire de Craso recorriendo la Vía Apia para comprobar la crucifixión de Espartaco

Ejecutar, cuando se trata de obras municipales que afectan al patrimonio de Sevilla, tiene a la vez el sentido de su primera (poner por obra algo) y segunda (dar muerte al reo) acepción. Es así desde los años 50, cuando empezaron las primeras grandes demoliciones del Hospital de San Hermenegildo, la calle Imagen, la mitad del mercado de Encarnación o el antiguo colegio jesuita y posterior cuartel del Duque. Sobre todo desde los devastadores años 60 y 70. La llegada de la democracia frenó este sventramento (destripamiento: así se llama en Roma a las barbaridades ejecutadas en los años del fascismo) de Sevilla… Por unos años.

Cesaron casi del todo los derribos gracias a la gestión de Víctor Pérez Escolano y Javier Queraltó. Pero después, en los años seudo costumbristas del PA y seudo modernos del PSOE de Monteseirín, se atacó con saña lo que aún podía ser degradado. Con especial virulencia en lo que a pavimentos y reordenaciones de calles y plazas se refiere. Se empezó por Virgen de Los Reyes en tiempos de Rojas Marcos y se continua con el destrozo de Mateos Gago en estos días. Es curioso como los círculos destructivos se cierran en Sevilla. La destrucción de la Encarnación en los franquistas años 50 se consumó en los socialistas años 90 con las setas y la pavimentación cutre de su entorno. La vulgarización de la plaza de la Virgen de los Reyes-retirada de los adoquines y destrucción del hermoso círculo de chinos de la fuente- culmina ahora con la destrucción de la fisonomía regionalista de Mateos Gago, intacta desde hace casi un siglo.

Las autoridades municipales han visitado las obras con un cierto aire de Craso recorriendo la Vía Apia para comprobar la crucifixión de Espartaco y los suyos. Se han permitido decir que "es un proyecto de ciudad que marcará un antes y un después en la fisonomía del entorno, que será más habitable y saludable y con una semipeatonalización para el disfrute de vecinos y visitantes conforme se merece este entorno patrimonial de la ciudad". No mienten. Por lo menos en lo de que "marcará un antes y un después en la fisonomía del entorno". No la reconocerían ni los regionalistas González, Talavera, Arévalo, Traver o López Sáez que la parieron hace casi un siglo. Lo del "disfrute de vecinos y visitantes conforme se merece este entorno patrimonial de la ciudad" es algo que venimos oyendo desde los munícipes franquistas hasta hoy.

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