tiempo de academia

Gerardo Pérez Calero

Academia Iberoamericana de la Rábida

1921, efeméride onubense: La Inauguración del Museo de Bellas Artes

Elpasado martes, día 25 de mayo de dos mil veinte y uno, se cumplió el centenario de la inauguración del Museo de Bellas Artes de Huelva. El acontecimiento coincidía con otro también de importancia para la ciudad, aunque de distinta naturaleza: la terminación, tras medio siglo de construcción, de los muelles para la carga de mineral del puerto, cuya tipología arquitectónica sería implantada en nuestro país por grandes compañías británicas de minería.

La noticia museística, pese a ser entonces provinciana y como tal recogida por la prensa local (v.g. La Provincia, Huelva, 28 de mayo de 1921), acaparó también el interés nacional. Tres meses después, en su número 398, año VIII, correspondiente a la edición del 21 de agosto de 1921, la entonces acreditada revista española de ámbito nacional La Esfera publicaba un reportaje ilustrado con cinco fotograbados que titulaba: "Inauguración de un Museo Provincial de Bellas Artes, en Huelva". En el texto se hacía alusión a que el ex ministro de Instrucción Pública, Francisco Bergamín [malagueño de Campillos que ostentó dicha cartera hasta 1914 y la de Gobernación hasta el año anterior], había presidido el acto en el edificio contruido especialmente para este objeto y para Academia de Pintura, cedido gratuitamente por el director de dicha Academia, el laureado artista malagueño D. José Fernández Alvarado, el cual, después de grandes dificultades y desvelos, ha podido conseguir en primer término, unir elementos de valía de dicha ciudad para la formación de un Patronato, cuya presidencia honoraria fue ofrecida a nuestro Soberano S.M. el rey Don Alfonso XIII, siendo aceptada con suma complacencia, y reunir en un espacio de tiempo relativamente breve gran número de cuadros de firmas de gran valía, contándose entre ellas las de Durero, Wan-der-Goom, Watterman, Ribera, Valdés Leal, Tiépolo, Goya, etc, e infinidad de objetos arqueológicos que se encierran en lujosas vitrinas. Además, en dicho edificio tiene establecido el Sr. Fernández Alvarado dos clases: una de dibujo del antiguo y otra de colorido, sumando al final de curso la matrícula sesenta y cuatro discípulos de ambos sexos, utilizando dos horas para la enseñanza, la cual es también completamente gratuita. El artículo hacía referencia también a que entonces se solicitó del ministro del ramo que el centro cultural fuese declarado de utilidad pública en favor del desarrollo de las Bellas Artes.

Como se colige por lo dicho, el alma de la institución fue José Fernández Alvarado (Málaga, 1875-Huelva, 1935), que era uno de aquellos artistas contemporáneos que cambiaron de destino a lo largo de su carrera docente. Llegó a la capital onubense -halagado por su clima, según sus propias palabras- el año anterior (1920) como catedrático de dibujo del Instituto de Segunda Enseñanza, fundando el Museo como recurso pedagógico de las clases que impartía, que dirigió hasta su muerte en la tierra que agradecida le acogió en su seno. A su muerte -al decir del Dr. Velasco Nevado- se puso en peligro el espíritu colectivista de la pintura onubense, pues llegó a ser, junto con Antonio de la Torre y Eugenio Hermoso, uno de los bienhechores de la Academia de Pintura local.

Fernández Alvarado llevó a Huelva la enseñanza del mejor paisaje contemporáneo que, como marinista malagueño, había aprendido en su tierra natal junto a maestros de esa especialidad, como el valenciano Bernardo Ferrándiz, también salido de su tierra para establecerse en la capital mediterránea. De Emilio Ocón, otro de los grandes marinistas malagueños, nuestro pintor toma la esencia del culto a la naturaleza, deteniéndose en el pleinaire de tipo realista al modo de Carlos de Haes. Por esto, sus discípulos y seguidores ven en el paisaje, aunque muchas décadas después, el vehículo de modernización de la pintura española.

Pero también y muy de destacar, Fernández Alvarado lleva a Huelva su empeño en hacer de las artes un vehículo de difusión cultural para una ciudad que necesitaba ese impulso a través del Museo y la Academia; impulso que, por su parte, la literatura le estaba dando a través, sobre todo, de revistas ilustradas como Centauro, nacida, como el Museo, precisamente entonces.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios