La educación es la mejor inversión", se decía ingenuamente en la Facultad de Educación, olvidando que solo los idealistas con consignas tipo "Querer es poder" se lo cree. Lo extraño es que, defendiendo esta realidad, el buen docente jamás "tira la toalla". Eso es lo que distingue la buena enseñanza de la mediocre, que consigue provocar e inducir al buen aprendizaje aunque no le sea favorable el contexto.

Sabido es que desde que se inició la democracia en España, la regulación y estructura de los estudios se ha dejado en manos del gobernante de turno y sus asesores (eso sí, que no falten), y se han desarrollado tantos cambios (unos entendibles, otros inexplicables), que hay reformas que se limitan a confrontar lo que hicieron los anteriores. Consecuentemente, se va cambiando el sistema educativo de forma proporcional a la frecuencia con la que se cambia de gobierno. No tiene sentido el que, en un corto espacio de tiempo, se alteren las normas fijadas para buscar otras, como tampoco lo tiene el valorar positivamente determinadas innovaciones cuando la única novedad consiste en cambiar el nombre de la ley. Si dos "pesos pesados" en educación, como son José Antonio Marina y Ángel Gabilondo, no consiguieron que se aceptasen las propuestas, innovadoras y de sentido común que presentaron, entonces "apaga y vámonos".

Pero como la vida sigue, entre los Reales Decretos y las Órdenes se aprueban las últimas modificaciones, facilitándole el acceso como funcionario estable al personal interino. Mientras la Consejería de Educación considera un éxito el ingreso de estos en el Cuerpo, los aspirantes noveles, bien formados, aunque carente de experiencia, contemplan con estupor como poseyendo méritos e incluso una mayor preparación, difícilmente conseguirán una plaza docente. Mientras se hace justicia a un grupo, a otros se les condena. La incorporación de los funcionarios interinos e interinas al sistema público, no cabe duda que sería una cuestión de justicia, cuando se está preparado; sin embargo, es el procedimiento más injusto comparativamente hablando ¿Cómo puede competir un maestro o maestra interina con muchos años de experiencia con otro novel muy bien preparado, pero que ni siquiera le darán la oportunidad de demostrarlo? ¿No puede haber otro medio de ingreso en el Cuerpo docente que sea más justo y equitativo? ¿No les parece suficiente el competir mediante una oposición?

Llaman destino a lo que limita el poder, decía Emerson.

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