Tras una jornada en la que todo el fútbol sevillano, sin distingos, cantó bingo nos amanece un martes de Champions con dos carteles de lujo en el que figuran cuatro de los grandes auténticos de Europa. Cartelazo de los que no va más en el coliseo de la Castellana y más de lo mismo en Turín con ese choque de trenes entre Cristiano y la tropa del Cholo, una tropa, por cierto, que no atraviesa los mejores días de su ya larga carrera de éxitos.

Obedeciendo al sentido geográfico empecemos con ese Real Madrid-PSG que acapara todo el foco, o casi todo, en este último martes de noviembre. Un partido cargado por el mucho morbo de aquella ida que tantas ampollas levantó en el madridismo. Morbo que se recrudece con la presencia de esos oscuros objetos de deseo que son Neymar y Mbappé y que se constituye en el punto con más carga de atracción de cuantos conforman este cartelazo tan digno de Champions.

El conjunto de Zidane parece haber remontado el vuelo y la forma en que hizo revertir las cosas el sábado noche ante la Real ha hecho que se reactive el papel de un equipo obligado a ganar. Obligado a ganar está siempre el Madrid, pero es que la andadura en su competición fetiche no permite ni un solo desliz más. Y a la misma hora, en la capital del Piamonte, visita el Atlético a su último verdugo, a esa Juve que el pasado curso le quitó de la boca el dulce que saboreaba.

Allí espera un Cristiano más cuestionado que nunca, ya que jamás en su brillante carrera tuvo tantos factores en contra. Y va el equipo madrileño molesto con el VAR, pero eso es algo ya común, pues el artilugio, entre decisiones escudriñadoras y abstenciones incomprensibles, no siempre resulta comprensible. O sea que estamos ante un martes grande para todos los que comulgamos con la fe del fútbol, sobre todo cuando andamos en tan dulce resaca doméstica.