Entre las 7:30 y las 8:00 de la mañana, empiezan los movimientos por la Avenida de Manuel Siurot (la cuesta del Conquero de toda la vida). Antes de la existencia de la Covid-19, los adolescentes "subían" a su instituto dándose gritos y empujones entre sí. Ahora van sin voces, con la cabeza baja y semiocultos entre gorros y bufandas… Sí, podría ser por el uso del móvil, pero ¿no es excesiva esa tranquilidad? No recuerdo esos detalles en los cursos anteriores. Ya sé, lo cuentan ellos: se mueren de frío en sus clases.

Mira por dónde las bajas temperaturas están siendo útiles para que se cuestione (¡qué menos!) las ventajas de las clases presenciales que con "ardor guerrero" defiende el gobierno andaluz y, más concretamente, la Consejería de Educación.

Nos han empalagado tanto con el valor educativo de la sociabilidad, la convivencia con los otros o la inestimable labor del docente, como elementos insustituibles para el progreso personal y académico del alumnado, que a punto he estado hasta de creerlos.

Pero no "cuela". Efectivamente, todas esas razones que da Imbroda, el Consejero, son ciertas, pero como fue en el primer confinamiento: en primavera ¿Alguien cree que con 0º se puede atender al profe de turno? ¿No parece más urgente enfundarse los guantes y meter las manos en los bolsillos que tomar apuntes? ¿Por la Atención personal? Si no se hace normalmente, ¿Ahora va a atender a la diversidad? ¿Que aprenden entre sí? ¿Cómo? ¿Discutiendo por el tiempo que llevan ya junto a la ventana abierta? ¿Separados y con mantita en las piernas? Que no, que el aprendizaje requiere unas condiciones que no están en un iglú. Si la motivación es imprescindible ¿Que mayor estímulo que disponer de unas condiciones físicas adecuadas?

Por otra parte, ¿Qué pasa con los docentes? ¿Nadie piensa en ellos? ¿Cómo consiguen, en condiciones tan adversas, que el alumnado atienda? ¿Qué y cómo se enseña a 30 estudiantes con estrés térmico? (lo que antes era "arreciados de frío") ¿Es legal eso o a la mayoría de sindicatos solo les preocupa la ley Celáa?

Seamos honestos. Los niños están mejor en sus centros, pero no porque es su deber y su derecho, sino porque en este país todavía no ha llegado a regularse la "conciliación familiar". Si los mandan a casa y los padres trabajan, ¿quién los cuida? Y como "está el patio" con los ERTES, la hostelería y los cierres de negocios, va a ser mejor "dejar el mundo como está": aulas heladas, ventanas abiertas y docentes y alumnado estresados térmicamente.

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