Visiones desde el Sur

Hasta donde dijimos (y III)

Y todo este cúmulo de perplejidades, la sufrimos los administrados, en medio de la situación más crítica

Cada día que transcurre de este anómalo mes de agosto en que transitamos, crece la perplejidad entre los españoles respecto al futuro inmediato. Es cierto que el devenir siempre es incierto, pero, el horizonte asoma con tales nubarrones, que, ni los más sapientes son capaces de augurar -ni por métodos científicos ni a través de celestiales oráculos- el escenario que nos vamos a encontrar en los venideros meses.

La cuestión tiene mucha guasa, si lo pensamos, porque, tanto a nivel regional como nacional -dado el reparto competencial que nuestra Constitución consagra-, los llamados a tomar decisiones, andan perdidos en un desierto plagado de ignorancia, cuando no, en un acoso y derribo del contrario político para justificar su propia incompetencia e incapacidad.

Por lo menos, a la ciudadanía, que es la que está padeciendo los virulentos efectos ocasionados por el tsunami del Covid-19 en todos los aspectos -incluso poniendo los muertos, como suele suceder- no nos llega que los regidores tengan tal discernimiento; vamos, ni siquiera un programa de trabajo conjunto, consensuado por todos; sino, más bien, la nefasta impresión, por no llamarla certeza, de que los líderes políticos se han enzarzado en un debate estéril intentando salvar el pellejo y lanzando balones hacia arriba (ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas) o hacia abajo (gobierno del Estado).

Pareciera que asistimos a una obra teatral en el que el guión se hubiera extraviado, o, lo que es más lamentable y esperpéntico, cada actor tuviera entre las manos un libreto diferente: triste parodia de la obra de Pirandello Seis personajes en busca de autor.

Y todo este cúmulo de perplejidades, la sufrimos los administrados, en medio de la situación más crítica que le ha tocado vivir a España después de la guerra fratricida en la que nuestros antepasados se enzarzaron hace ochenta años. Y parece ser que es lo que tenemos, que los líderes políticos que nos han tocado en suerte, en el gobierno y en la oposición, en el Estado y en las Comunidades Autónomas, no dan para más. Y donde no hay no se puede sacar. Resultado: Una crisis institucional sin precedentes de la que no se salva ni la Casa Real, por las ya consabidas circunstancias que afectan al Rey emérito.

Decía Concepción Arenal, que, "la mayor parte de las libertades que se dan al pobre son como manjares que no puede tocar…". A ver si va a resultar que es verdad.

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