Me la puse para que no se tirase". Como el que se come el último trocito de pan para no tirarlo. ¿Perdona? Va a ser que no. Que aquí lo de "el que no corre vuela" no tiene cabida. Bueno, creímos que no. Mientras criticamos que no se hace nada (eso sí, que nos alimenta) quedamos hasta con las farolas. Y entretanto, tenemos para elegir. El que da positivo y sigue la normas, comunica a quien debe y guarda el tiempo de aislamiento estipulado. Son del grupo de los minoritarios. Luego están los que dicen: "A mi no me han llamado", pero saben que entran en el grupo que debería aislarse. Ahí hay de todo, los que cumplen y los que no porque "¿Qué voy a hacer con los niños?" Es más, se ofrecen de voluntarios para recogértelos. Aparecen los más peligrosos, esos que se callan y siguen como si nada, celebrando reuniones masivas (por si no los saben, solo podemos juntarnos cuatro), en locales o donde sea. Y después, aquéllos que te dicen: "Tú por si acaso no digas nada, que no tengo con quien dejar a los niños ni quien se ocupe de mi negocio". Pues así, tampoco. El aislamiento de diez días ante un positivo no se guarda y así es muy complicado cercar al bicho. Claro que también hay que reconocer que los rastreadores están saturados y te llaman a los tres días de conocerse un positivo porque hasta ahora ha dependido mucho de la buena voluntad el que nos adelantemos al autoencierro por prevención y vayamos ganando días de reclusión (que no está mal). Si te llaman a los cuatro días de dar positivo y no te dan la baja hasta entonces, ¿Cómo te vas a quedar en casa y no vas a ir a trabajar?

Pero en esta tercera ola además han aparecido los caraduras, los que saltándose cualquier norma han decidido por su cuenta y riesgo ponerse la vacuna. Un auténtico escándalo en medio de una situación extrema.

La esperanza suscitada por las vacunas se ha visto empañada por la aparición de una nueva cepa británica de la Covid, hasta el 70 % mas contagiosa según los expertos, que ya ha sido detectada en varios países del continente, a los que se suman esos que "por si acaso" se la llevan. Y mientras tanto, ¿dónde hay un líder que ponga cordura? Hace falta uno que imponga medidas contundentes, aunque sean impopulares y que no nos mareen con tanto dato, como si estuviéramos pendientes del sorteo de la Lotería. Pero es más fácil sugerir y proponer que se haga de forma voluntaria... Hasta que nos muestren la imagen dura o nos encierren directamente para reaccionar.

¿Se acuerdan cuando decíamos que la pandemia iba a sacar lo mejor de cada uno? La memoria es frágil.

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