Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

El difícil arte de alertar sin alarmar

En plena investigación sobre el caso Watergate, que cambió no sólo la política y su manera de entenderla, sino el periodismo que se ocupa de fiscalizarla, el senador republicano Howard Baker, hasta poco antes defensor a ultranza del presidente Nixon, se dio cuenta de que su postura era indefendible. En ese momento pronunció una frase que desde entonces se ha convertido en el paradigma a la hora de enjuiciar la labor de los servidores públicos: "La clave es qué sabía el presidente y desde cuándo lo sabía".

Con las notables diferencias que separan ambos casos, la actuación de las autoridades sanitarias andaluzas en el caso del brote de listeriosis adelantado por Huelva Información el pasado día 9 debe responder a esas dos preguntas y hacerlo lo antes posible: qué sabía el consejero de Salud y desde cuándo lo sabía.

La comparecencia de Jesús Aguirre ante el Parlamento se retrasará tanto como se pueda. Las explicaciones pegadas a la actualidad no han sido jamás el fuerte de una clase política más preocupada en que pase la tormenta y que la actualidad sustituya aquella en la que se ven sumergidos por otra que la haga olvidar lo antes posible. No hace falta ser un gurú para adelantar que a comienzos de septiembre, el Palacio de San Telmo será el escenario para escuchar una defensa cerrada de lo inmaculado de su actuación, acusaciones a los otros de lo mal que lo han manejado, peticiones de dimisiones no atendidas, recuerdo de épocas pasadas y gobiernos anteriores, referencias a los ejecutivos centrales de uno y otro signo y, a poco que les presionen, Venezuela, Bildu, los separatistas, las vacaciones en Doñana y el Falcon.

¿Referencias a los enfermos? Tampoco esperen gran cosa. Se limitarán a una exposición de datos y a argumentar que "reciben los mejores tratamientos en el sistema público de salud", que sólo faltaba.

Estamos demasiado acostumbrados a que sean los afectados por un brote de este tipo los últimos en ser tenidos en cuenta. Hay una larga tradición española al respecto, desde el ministro de Sanidad y Consumo Jesús Sancho Rof, quien, mientras la gente se moría a chorros, soltó que el envenenamiento masivo por aceite de colza adulterado "está causado por un bichito que si se cae de la mesa se mata"; o la inefable Celia Villalobos, que en plena histeria por la enfermedad de las vacas locas se puso el delantal y recomendó a "las amas de casa" hacer el caldo con huesos de cerdo en lugar de con carne de vacuno.

Sobre la seguridad del sistema alimenticio no nos cabe duda, a pesar de que es inevitable que se produzcan accidentes. De lo que no estamos tan seguros es de que ante uno de ellos, la respuesta sea la más adecuada, rápida y respetuosa con los afectados.

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