Partiendo de la base de que la mayoría de españoles comparten que se necesita una política de igualdad que garantice los mismos derechos para todas las personas, algo no se está haciendo bien entre los movimientos feministas y particularmente en el Ministerio de Irene Montero, cuando una idea con la que en el fondo está de acuerdo, por decirlo de alguna manera, todo el mundo civilizado, se genera polémica y falta de consenso.

Quizás el error está en la forma de exigir esta igualdad y en la politización una vez más del concepto, que no debería tener ningún sesgo político. La igualdad de derechos entre las personas, a mi modo de ver, no es una guerra de mujeres contra hombres, de imponer mis derechos sobre los tuyos, porque precisamente contra esto es contra lo que estamos luchando. El hecho de que los hombres hayan tenido una posición injustamente privilegiada durante muchos años, no genera el derecho en el sentido contrario, es más, la que ha sufrido este sometimiento debería luchar para que a nadie más le suceda algo así, independientemente de su condición sexual, y es que, hasta en este concepto se vuelve contradictorio el movimiento feminista extremo, al incluir en sus reivindicaciones algo que nada tiene que ver con la causa, como son los derechos de las personas transgenero, dejando en la inopia si un hombre transgenero que ahora es una mujer tiene los derechos preferentes de cuotas en el ámbito laboral o si se le aplica la ley de violencia de género como mujer que ahora es, a efectos civiles. La ministra Montero, muestra en sus apariciones públicas una cara de enfado permanente, de cuidado quien se mete conmigo que se va a enterar, su actitud si fuera hombre en otra época, se asemeja a los que decían, "esto se hace por mis huevos". Y esto es precisamente lo que genera que personas que están en total acuerdo en el fondo del movimiento feminista, se empiecen a cuestionar si no están actuando en contra de sus propios intereses, que no son otros que la igualdad sin distinción. En lo que respecta al ámbito laboral, no creo que les haga gracia a tantas mujeres que se han ganado el respeto de sus compañeros por su valía profesional y por su preparación, que alguien pueda pensar si llegaron a sus puestos de responsabilidad por cubrir una cuota en la que no tenía más competencia que otras mujeres por el mero hecho de serlo. Dicho esto lo que sí habrá que aplicar es la amplísima legislación laboral y penal y perseguir prácticas discriminatorias en cualquier ambiente laboral o fuera de él. Por suerte tenemos en España una legislación que ya garantiza la igualdad entre hombres y mujeres, empezando por la Constitución española, lo único que tenemos que hacer es aplicarla. En las manifestaciones feministas sobran pancartas con mensajes fuera de lugar y falta consenso para que los hombres se incorporen sintiendo que defendemos lo mismo, los maltratadores, violadores y demás escoria son solo unos pocos, los demás solo somos personas que tratamos de sobrevivir en armonía en este complejo mundo que nos ha tocado vivir.

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