La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La derecha se divide... y pierde

Hay dos grandes tendencias: antiguos votantes de Podemos van al PSOE y ex votantes de PP y Cs engordan a Vox

La división del centroderecha en tres partidos (PP, Ciudadanos y Vox) les salió bien en las elecciones andaluzas. Tanto que sus dos facciones más moderadas pudieron formar una coalición de gobierno en la Junta de Andalucía a pesar de que las elecciones las ganó el PSOE. Pero ahora, en las elecciones generales, la misma división va a salirles muy mal: ganará igualmente el PSOE, pero esta vez también podrá gobernar.

Es así por las transferencias de votos entre los distintos partidos políticos y por el sistema electoral. Transferencia de votos: en los últimos meses muchos antiguos votantes de Podemos, los menos radicales, han pasado a apoyar al PSOE (sobre todo los ex votantes socialistas que habían engrosado Podemos en 2015 y 2016) y muchos antiguos votantes de PP y Ciudadanos, los más conservadores, se han refugiado en Vox. Cuántos en cada bloque nadie lo sabe. Probablemente son más los trasvasados podemitas al socialismo que los intercambiados dentro de la derecha, y eso ayudará a Pedro Sánchez.

También le va a ayudar el sistema electoral. Pero no el mecanismo de asignación de escaños (ley D'Hont) por sí mismo, sino el hecho de que la circunscripción electoral sea la provincia. Concretando, que es gerundio: hay 28 provincias de población escasa, en las que se eligen menos de cinco diputados. En total, un centenar de escaños se ventilan en lugares donde solamente dos partidos, tres a lo sumo, van a conseguirlo. Los partidos que queden cuartos y quintos en estas provincias se quedarán sin representación parlamentaria. Y mientras en la izquierda los contendientes son dos y es claro el predominio de uno sobre otro, la derecha comparece escindida en tres partidos, no tan distantes entre ellos. La derecha parece esta vez abocada a "desperdiciar" más votos que la izquierda. Al contrario que en Andalucía.

La testarudez de los hechos se impondrá el 28-A a la testarudez de las estrategias partidistas: los resultados electorales dictarán la política de pactos y coaliciones, y doblegarán toda clase de cordones sanitarios, vetos y firmezas. Lo que aparece en el horizonte es una coalición PSOE-Ciudadanos, si es que juntan mayoría absoluta, o un pacto PSOE-Podemos-nacionalistas al que no le haría ascos el inescrupuloso Sánchez. Por eso no se comprende mucho que Rivera insista tanto en negar la primera opción. Las urnas decidirán. ¿O va a preferir que cogobiernen España los que quieren acabar con ella?

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